Tregua arancelaria de 90 días la UE navega entre la presión de Washington y la sombra de Pekín

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Bruselas y Washington volvieron a sentarse a la mesa tras la “pausa” de tres meses que la Casa Blanca concedió a sus polémicos aranceles recíprocos. La calma es sólo aparente: la Administración Trump mantiene vigentes gravámenes del 10 % para la mayoría de productos europeos y un 25 % específico sobre acero y aluminio, mientras la Unión Europea (UE) congeló por ahora sus medidas espejo.

Como subrayó la periodista Lidia Montes en elEconomista, esa asimetría molesta en la capital comunitaria, que exige conversaciones “sin la pistola en la sien” y se niega a rebajar sus estándares técnicos, sanitarios o fiscales. Sin embargo, el verdadero pulso no gira en torno al IVA digital ni al acero, sino a la ofensiva global de Washington para frenar las exportaciones chinas: EE. UU. ofrece alivios arancelarios a los socios que acepten cerrarles la puerta a los productos “made in China”.

El tablero político Roma como peón de la Casa Blanca

Donald Trump aprovechó su reunión en la Casa Blanca con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, para proclamar que confía “al 100 %” en un acuerdo con Europa. El gesto alimenta temores de que la estrategia norteamericana pase por quebrar la unidad comunitaria y pactar bilaterales ventajosos con los socios más receptivos.

Las conversaciones formales UE‑EE. UU. arrancaron esta semana y duraron apenas dos horas sin resultados concretos, según fuentes cercanas al negociador europeo Maroš Šefčovič.  Aun así, Bruselas suspendió sus represalias por 90 días hasta el 14 de julio para dar “espacio político” a un pacto, aunque publicó la lista completa de contramedidas por si la tregua fracasa.

El fantasma chino sobre el Viejo Continente

Los analistas temen que China redirija hacia Europa la mercadería que ya no entra a EE. UU. El bloque comunitario es un mercado de peso similar €517 800 millones en importaciones procedentes de China durante 2024 y con gustos de consumo muy parecidos. Mantener las fronteras abiertas convertiría a la UE en “válvula de escape” de la ofensiva estadounidense, lo que presiona a París, Berlín y Roma para que evalúen instrumentos de defensa comercial propios. De hecho, Bloomberg adelanta que la Comisión sopesa controles a la exportación de tecnología estratégica si las charlas encallan.

El economista Francesco Papadia (Bruegel) advierte que un euro más fuerte ya coquetea con los US$ 1,20 tras la séptima bajada de tipos del BCE desde 2024 encarecería las ventas europeas al otro lado del Atlántico y abarataría las importaciones norteamericanas en el mercado comunitario, ensanchando aún más el desequilibrio comercial. Su colega Cinzia Alcidi (CEPS) añade que los aranceles norteamericanos podrían fracturar cadenas de suministro críticas y provocar desabastecimientos puntuales en EE. UU., dada la dependencia de socios externos en rubros como maquinaria pesada o insumos médicos.

El boomerang para el bolsillo estadounidense

Los efectos se hacen sentir también en Main Street. Estudios del Peterson Institute (PIIE) calculan que un arancel global del 20 % combinado con un 60 % específico para China restaría más de US$ 2 600 al ingreso anual de un hogar medio y recortaría el PIB estadounidense hasta un 0,5 %. Más reciente, The Guardian advierte que la narrativa proteccionista abre la puerta a la llamada “greedflation”: empresas que suben precios amparándose en los costos aduaneros incluso en sectores no afectados directamente, con un impacto final de 3 % en la inflación y casi US$ 4 900 extras al año para la familia promedio.

Escenarios a corto plazo

La pausa expira el 14 de julio. Si no hay fumata blanca, la UE activará su lista de represalias y podría estudiar salvaguardias específicas contra la avalancha china. Washington, por su parte, ha amenazado con nuevos gravámenes a semiconductores y material sanitario si no amarra compromisos “verificables” de contención asiática. Con una campaña presidencial en marcha y la desaceleración al acecho el FMI recortó la previsión de la eurozona a 0,9 % para 2025, ningún bando puede darse el lujo de llegar a las urnas con la economía enfangada.

Mientras tanto, los exportadores dominicanos de banano y cigarros de alta gama que ya pagan un arancel promedio de 13 % al entrar a EE. UU. observan de lejos, pero con cautela: un choque frontal podría reconfigurar cuotas y preferencias, abriendo oportunidades o cerrándolas de golpe para los productos caribeños.

Mirando el reloj

Quedan menos de 90 días para saber si la tregua desemboca en una paz duradera o en una nueva escalada. Por ahora, Bruselas juega al equilibrio conservar su discurso antipopulista mientras decide si se alinea con Washington en su cruzada contra Pekín. Y como dijo un diplomático europeo con sorna criolla, “estamos bailando pegadito con dos orquestas que tocan ritmos distintos; si no afinamos, nos pisan los pies”.

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