Vacuna contra el herpes zóster un rayo de esperanza frente a la demencia

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La decisión de restringir la vacunación contra el herpes zóster a mayores de 80 años, adoptada hace unos años en Gales, generó una base de observación inesperada para la ciencia. Ese giro de política sanitaria estimuló el análisis de centenares de miles de historiales médicos, revelando una vinculación entre la vacuna y un posible descenso del riesgo de demencia. Este planteamiento, que en principio sonaba arriesgado, ha despertado interés en varios países que implementaron iniciativas de vacunación similares.

Tal como menciona El País en un reportaje de Enrique Alpañés, la investigación impulsada por expertos de la Universidad de Stanford se centró en revisar los expedientes de 280 mil ancianos. El grupo vacunado presentó una prevalencia de demencia un 20% menor en comparación con quienes no recibieron la dosis. Distintos académicos, incluyendo especialistas de Harvard, describen este hallazgo como sumamente prometedor. La Organización Mundial de la Salud (OMS) también mantiene la lupa sobre nuevas estrategias de prevención, ya que se estima que más de 55 millones de personas viven con algún tipo de demencia alrededor del planeta.

Los científicos atribuyen estos resultados a factores relacionados con la influencia de ciertos virus, particularmente aquellos que se alojan en el sistema nervioso. El herpes zóster o culebrilla, causado por la reactivación del virus de la varicela, ejemplifica esta situación. Permanece latente en el cuerpo durante décadas y, bajo determinadas condiciones, puede reflotar. La vacuna actuaría como una defensa que no solo bloquea la propagación del virus, sino que podría desencadenar mejoras generales en el sistema inmune.

Algunas naciones, como España, han adoptado estrategias de vacunación focalizadas en determinados grupos de edad para la culebrilla. Lo interesante es que ese despliegue puede servir de marco para análisis futuros. Investigadores contemplan la posibilidad de probar la efectividad protectora contra la demencia mediante ensayos controlados, indispensables para confirmar la correlación y definir la edad idónea de vacunación que optimice los efectos a largo plazo.

Según la OMS, la perspectiva mundial apunta a un crecimiento sostenido de la población mayor de 60 años en las próximas décadas, lo que incrementa la urgencia de encontrar soluciones eficientes. La vacuna contra el herpes zóster se perfila como una herramienta accesible y, a primera vista, más segura que los tratamientos farmacológicos actuales. Ese potencial podría desencadenar nuevas políticas de salud pública orientadas a frenar el avance de la demencia y brindar un respaldo sólido para quienes buscan envejecer con mayor calidad de vida.

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