El cuerpo del papa Francisco permanece en la capilla de la Casa Santa Marta, donde reposó por última vez vestido con casulla púrpura, mitra blanca y un rosario entrelazado entre los dedos. Las primeras imágenes difundidas este martes muestran al pontífice en un sencillo féretro de madera tapizado en terciopelo rojo, rodeado de los colaboradores más cercanos y de varios cardenales que llegaron de inmediato a rendirle tributo.
Según la agencia EFE, esos mismos purpurados abrieron hoy la primera congregación general para decidir los pasos protocolarios: el traslado del cuerpo a la basílica de San Pedro, la duración de las exequias y la fecha exacta del sepelio.
La agenda ya está definida. El Vaticano confirmó que el funeral se celebrará el sábado 26 de abril, a las 10:00 a. m., en la Plaza de San Pedro, con el decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, presidiendo la liturgia. Se espera la asistencia de jefes de Estado y mandatarios de los cinco continentes, entre ellos los presidentes de Argentina, Estados Unidos y Ucrania.
Antes de esa ceremonia, el féretro será trasladado mañana miércoles, 23 de abril, desde Santa Marta a la basílica, donde permanecerá en cámara ardiente hasta la madrugada del sábado. Los fieles podrán desfilar ante él para ofrecer el último adiós, un gesto que se inscribe en los tradicionales “novemdiales”, los nueve días de luto oficial que siguen a la muerte de un pontífice.
Mientras tanto, los cardenales continuarán reuniéndose a puerta cerrada. El reglamento dicta que deben evaluar el estado de la Iglesia, jurar secreto sobre las deliberaciones y fijar la fecha del cónclave. Los observadores vaticanos prevén que la votación para elegir al sucesor arranque en torno al 6 de mayo, cuando los 135 cardenales con derecho a voto mayoría creados por Francisco entren al famoso recinto clausurado de la Capilla Sixtina.
Francisco rompió otra tradición al pedir que lo sepulten en la basílica de Santa María la Mayor, a unos cuatro kilómetros de la Ciudad del Vaticano. Allí solía acudir para encomendar sus viajes y agradecer su regreso; ahora descansará junto a la venerada imagen de la Salus Populi Romani.
Su elección del templo mariano resume el espíritu de un pontificado que dio prioridad a los márgenes: viajó a los “pequeños” desde Lesbos hasta Bangui, simplificó la estructura financiera de la Curia y amplió el colegio cardenalicio hacia iglesias periféricas, reduciendo el dominio europeo. Aun así, su muerte abre interrogantes sobre el rumbo de próximas reformas, el futuro del Sínodo sobre la sinodalidad y el equilibrio entre continuidad y cambio que elegirán los cardenales.
Para los católicos caribeños, especialmente en República Dominicana, la despedida de Francisco reviste un simbolismo doble. No solo se va el primer papa latinoamericano, sino el pastor que puso énfasis en la dignidad del migrante tema neurálgico en la isla y que impulsó a la Iglesia local a renovar su voz profética frente a la corrupción y la desigualdad. Queda por ver si el nuevo pontífice profundizará esa línea o marcará un giro.
Con las campanas de San Pedro a punto de lanzar su último toque fúnebre, Roma se prepara para recibir una marea de fieles. Y, como diría cualquier dominicano al despedir a un ser querido, “que el buen Dios lo tenga en su gloria, porque aquí dejó su marca para siempre”.