Aaron Judge responde con jonrón a la provocación del novato de Boston

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Una frase “caliente” de Hunter Dobbins el novato de los Medias Rojas que juró retirarse antes que enfundarse la raya azul marino duró muy poco en el centro de la conversación: apenas lo suficiente para que Aaron Judge se parara en la caja de bateo y la tradujera en un batacazo descomunal. El capitán de los Yankees sacó la bola por el jardín derecho del Yankee Stadium en su primer turno del domingo, un cañonazo de 436 pies que viajó a 108.6 mph y silenció por unos segundos la chanza visitante.

Judge no se quedó ahí. Volvió a depositarla en las gradas en el noveno episodio (su cuarto juego de dos bambinazos esta temporada) y elevó su cuenta a 23 cuadrangulares, cifra que lo mantiene empatado con Shohei Ohtani en el segundo lugar del liderato de vuelacercas, por detrás de Cal Raleigh (26). Esa producción, sumada a su dominio en promedio y OPS, explica por qué incluso una derrota 11-7 frente a Boston no eclipsa la conversación sobre su peso específico en la ofensiva neoyorquina y en la liga entera.

Lo curioso es que el propio Dobbins terminó llevándose la victoria. El derecho toleró tres carreras en cinco entradas, suficientes para que la artillería de Boston sostuviera la ventaja y sellara la serie en el Bronx. Para Jazz Chisholm Jr., utility de Nueva York, el comentario del pitcher es “parte del sazón del clásico”, aunque admite que “descartar uno de 30 equipos siendo novato se pasa un chin”. El dirigente Aaron Boone coincidió, apuntando que el muchacho simplemente se dejó llevar por su amor al uniforme escarlata.

Más allá del morbo, la escena subraya tres lecturas importantes:

  1. Judge sigue con ritmo de MVP. El toletero encabeza Grandes Ligas en OPS y amenaza con su cuarta campaña de 45 HR o más. Con la alineación aún a media máquina por lesiones, su consistencia ha impedido que los Yankees se descarrilen en la apretada División Este.

  2. Boston saca petróleo de su profundidad. Dobbins apenas inició la temporada en Triple A, pero su sólido debut aliñado con retórica de rivalidad refresca una rotación que ya cuenta con Chris Sale revitalizado y Kutter Crawford emergente. Esa profundidad puede marcar la diferencia en la recta final.

  3. La rivalidad necesitaba sangre nueva. Entre las lesiones de ambos bandos y la constante rotación de peloteros, el duelo Yankees-Red Sox llevaba meses sin un capítulo realmente picante. Un novato bocón y una superestrella que responde con el madero bastaron para reavivar la llama, recordándonos que la mística no vive solo de historia, sino de choques generacionales.

En el Bronx ya esperan la próxima visita de Boston, y no por las empanadas de clam chowder: quieren comprobar si Dobbins mantiene la lengua suelta cuando Judge vuelva a empuñar el bate. Por lo visto, cada palabra en los micrófonos puede transformarse en un misil sobre las vallas. Y, al paso que va el capitán, el novato tendrá que seguir aguantando metralla o tragarse sus frases antes de dispararlas.

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