Carlo Ancelotti se despedirá este sábado del banquillo merengue en un Bernabéu que promete ponerse de pie para reconocerle su obra de arte: quince títulos que colocan al italiano en la cumbre del palmarés blanco. Con la Liga ya resuelta y sin billete al Mundial de Clubes, el duelo ante la Real Sociedad será puro homenaje, pero también punto de partida para una nueva página.
Según la agencia EFE, la entidad madridista y el técnico llegaron a un acuerdo para cerrar anticipadamente la segunda etapa del míster de Reggiolo, quien ya firmó como seleccionador de Brasil. El comunicado desliza gratitud y cariño, y adelanta un tributo especial en Chamartín antes del pitazo inicial.
La decisión no sorprendió a nadie dentro de Valdebebas Ancelotti había venido avisando, entre bromas y verdades, que “en Madrid te marchas aplaudido o te marchas silbado… y yo prefiero irme aplaudido”. A sus 65 años, se lleva tres Champions, dos Ligas y dos Copas del Rey, pero sobre todo el respeto de un vestuario al que supo dosificar con mano izquierda y mucho café.
El relevo ya tiene nombre y apellido. Xabi Alonso, forjado como estratega en Leverkusen, tomará las riendas el 1 de junio con contrato hasta 2028 y la misión de pilotar el proyecto hacia la nueva Copa Intercontinental de la FIFA. La propia prensa inglesa adelantó el acuerdo apenas horas después del comunicado blanco, subrayando que el vasco viajará con su cuerpo técnico de confianza y se unirá a la pretemporada en Estados Unidos.
Ancelotti, entretanto, aterrizará en Río de Janeiro el 26 de mayo para firmar su vínculo con la CBF. Allí lo espera la tarea de reconquistar un Mundial que a la ‘Canarinha’ se le resiste desde 2002. La Federación brasileña venía cortejándolo desde 2023; ahora, con la Copa América 2026 en el horizonte, apuesta a su temple para mezclar la samba con el rigor táctico que exhibió en Madrid.
El italiano deja números que asustan: 352 partidos, 832 goles a favor y apenas 341 en contra. Solo Miguel Muñoz lo supera en presencias oficiales; nadie lo hace en trofeos. “Carletto” no inventó la rueda, pero convenció a estrellas y canteranos de remar en la misma dirección Kroos al servicio del equipo, Vinícius convertido en verdugo de defensas y un Bellingham que multiplicó registros hasta volverse indiscutible.
Para Florentino Pérez, la apuesta por Alonso es la jugada lógica: un viejo alumno que entiende el ADN madridista y, a la vez, ofrece aire fresco. En la directiva sueñan con un estilo más intenso y vertical, apoyado en la versatilidad de Valverde y la irrupción de Endrick. A medio plazo, el reto es domar el calendario Supercopa en enero, Mundial de Clubes en verano y Champions siempre como obsesión.
Queda la pregunta de siempre ¿cómo se gestiona un vestuario plagado de veteranos con galones? Ancelotti cierra la puerta agradecido “si me sale llorar, que sea con la décima copa de vino en las manos” bromeó y deja un listón altísimo. Alonso, calmado como cuando distribuía balones en el círculo central, responde con una media sonrisa: “Presión hay en un hospital; aquí hay ilusión”. Veremos.
En cualquier caso, el madridismo puede dormir tranquilo: el relevo no llega con un “borrón y cuenta nueva”, sino como la evolución natural de un club que nunca se permite quedar quieto. Y si Ancelotti fue la referencia de elegancia, gestión y resultados, su legado ahora servirá de espejo para el novato Xabi, que aterriza con la maleta llena de ideas y con la certeza de que en el Real Madrid solo vale ganar.