El corte eléctrico que sumió a millones de personas en España y Portugal en plena tarde del 28 de abril no sólo dejó estaciones, aeropuertos y hospitales a merced de generadores de emergencia puso al desnudo cuán expuesta está la espina dorsal energética de la península a un desliz técnico o, peor aún, a una intrusión maliciosa.
Según detalla la agencia EFE, el Foro Económico Mundial (WEF) retomó el caso para subrayar un riesgo que viene señalando desde su Global Risks Report 2025 la creciente digitalización y el peso de las renovables añaden nuevas superficies de ataque a una infraestructura vital que ya lidia con el estrés de la transición energética.
Aunque Red Eléctrica Española ha descartado, de momento, cualquier intrusión externa, los técnicos identifican dos caídas súbitas de generación solar en el suroeste como detonante de la cascada que dejó la red sin estabilidad y la desconectó de Francia. El Gobierno, por su parte, mantiene abierta la puerta a todas las hipótesis y ha pedido un peritaje independiente a nivel europeo.
El episodio no es un caso aislado. En 2015, un ataque coordinado atribuido al grupo Sandworm desconectó subestaciones en Ucrania y dejó a 230 000 usuarios sin luz primer apagón confirmado por ciberataque en la historia. Más cerca en el tiempo, el ransomware que paralizó el oleoducto Colonial en 2021 probó que basta un vector digital para comprometer infraestructura crítica y sacudir mercados en cuestión de horas.
La diferencia ahora es la complejidad añadida la península ibérica roza ya el 50 % de generación renovable, con picos solares que superan la demanda diurna. Cada inversor fotovoltaico y cada parque eólico aporta nodos inteligentes, firmware y telemetría que, si no se refuerzan con ciberseguridad de grado industrial, pueden convertirse en puertas traseras, advierten expertos energéticos consultados por Euronews.
Para los operadores, la lección del 28-A es clara la resiliencia no se juega sólo en megavatios, sino en bits. Hacen falta segmentar redes, replicar sistemas SCADA en entornos aislados y, sobre todo, ensayar fallos de gran escala con la misma frecuencia con que se prueban los sistemas ante tormentas o huracanes. De lo contrario como recordaba Pedro Sánchez en el Senado bastan “cinco segundos” para que medio continente se quede a oscuras.
En República Dominicana, donde la intermitencia eléctrica y los fenómenos meteorológicos ya son un reto cotidiano, el caso ibérico sirve de espejo los nuevos parques solares de Monte Cristi o las repotenciaciones eólicas en Baní deben nacer con blindaje digital de serie. De lo contrario, el impulso a la transición verde podría verse frenado por la misma fragilidad que pretende sustituir.