Un torrencial aguacero la noche del lunes 5 de mayo volvió cañadas y calles en auténticos ríos en San Felipe de Puerto Plata y cobró la vida de Carlos Manuel Domínguez Sosa, mecánico de 58 años arrastrado por el desbordamiento de la cañada del callejón 80, en Padre Las Casas. La fuerza del agua sorprendió a peatones y conductores, dejó vehículos apilados como fichas de dominó y disparó la angustia en barrios que hasta ahora se creían a salvo de anegaciones.
Según el Listín Diario, el reportero Edgar Lantigua precisó que la crecida también inundó sectores habitualmente secos, como el parqueo frente al Museo del Ámbar en pleno casco histórico, evidencia de lo inusual del volumen de agua caído en pocas horas.
El Centro de Operaciones de Emergencias (COE) mantuvo en alerta roja los municipios de Montellano, Villa Isabela y el distrito municipal Sabaneta de Yásica tres de los más golpeados en la provincia y colocó a 14 provincias en amarilla por riesgo de crecidas repentinas y deslizamientos.
La respuesta oficial llegó rápido: los ministros José Ignacio Paliza (Presidencia) y Eduardo Estrella (Obras Públicas), junto con el director del Indrhi, Olmedo Caba, recorrieron ayer los puntos críticos para priorizar la reparación de puentes, caminos vecinales y drenajes.
El balance preliminar del COE y los ayuntamientos locales habla de al menos 215 viviendas afectadas y 738 familias desplazadas, además de daños en cultivos y redes eléctricas que cruzan las cuencas altas de los ríos Camú, Bajabonico y Yásica.
La Oficina Nacional de Meteorología (Onamet) advierte que la vaguada en altura seguirá alimentando nublados y tormentas eléctricas durante las próximas 48 horas, con ráfagas que podrían superar los 50 km/h, por lo que persiste la probabilidad de nuevos desbordamientos vespertinos.
Todo este panorama revive un viejo debate entre urbanistas y autoridades: Puerto Plata creció sin un sistema integral de drenaje pluvial; cada nueva urbanización canaliza su problema, pero empeora el del vecino. La crecida del lunes descargó su furia en cuencas que llevan años pidiendo limpieza y encajonamiento: Los Mameyes, Villa Progreso y Los Camberos se salieron de madre porque ningún proyecto ha logrado conectar sus cañadas a un colector matriz capaz de manejar lluvias extremas.
Ingenieros del Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (Codia) consultados señalan que obras puntuales ayudarán, pero sin un plan maestro similar al que se diseñó para el Gran Santo Domingo tras las inundaciones de 2016 la provincia seguirá expuesta. Además, los eventos de lluvia intensa han aumentado 18 % en la región Norte en la última década, según registros de la Onamet, haciendo obligatoria la resiliencia como criterio de inversión pública.
Mientras se organizan los trabajos, los vecinos de Padre Las Casas, Torrealta y San Piñé limpian el lodo de sus talleres y salas, conscientes de que, si vuelve a llover con la misma saña, el agua encontrará los mismos atajos. La tragedia de Carlos Manuel no solo enluta a una familia; es también un recordatorio de que la próxima inundación ya está en el calendario de la naturaleza, y que es la infraestructura la que llega tarde.