Aranceles al acero de EE.UU. subirán al 50 % y sacuden la industria

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La decisión del presidente Donald Trump de duplicar los gravámenes a las importaciones de acero y aluminio del 25 % al 50 % a partir del 4 de junio ha puesto en alerta a todo el ecosistema metalúrgico. El anuncio llega en un momento de tensión comercial con China y deja a la Casa Blanca con margen mínimo para errores, pues cada punto porcentual golpea la cadena de suministros y, por ende, el bolsillo de los consumidores.

Según Hola News, el secretario del Tesoro, Scott Bessent, defendió la medida en el programa “Face the Nation”, alegando que una siderurgia fuerte es asunto de seguridad nacional; también reconoció que el impacto sobre la construcción aún es incierto por lo “complejo” del sector. Al mismo tiempo, Bessent reveló que los ejecutivos le pidieron al presidente subir el tope hasta el 50 %, convencidos de que así se blindan miles de empleos.

El aumento ya provocó temblores en los mercados internacionales la Unión Europea advirtió que prepara contramedidas y Canadá calificó la jugada de “desafío directo” a las reglas del comercio global.  En Wall Street, los futuros del Dow Jones cedieron terreno el domingo por la noche, reflejando la incertidumbre de los inversionistas.

Para la construcción, la cosa pinta apretada: firmas consultoras estiman que los costos de materiales podrían escalar hasta un 8 % antes de que acabe el año, encareciendo desde rascacielos hasta proyectos de infraestructura crítica.  Analistas citados por Dodge Construction añaden que las pequeñas constructoras, con márgenes más delgados, serán las primeras en sentir el golpe.

La batalla legal también sigue su propio guion. Un tribunal de apelaciones levantó esta semana buena parte del bloqueo a la política arancelaria global de EE.UU., pero dejó intactas las tarifas al acero, despejándole el camino a Trump para endurecerlas aún más. Mientras tanto, Bessent insiste en que Washington y Pekín “pronto limarán asperezas” en una llamada directa entre ambos mandatarios.

A corto plazo, la medida puede darle oxígeno a las acerías de Pensilvania y Ohio, pero a mediano plazo arriesga disparar los precios domésticos y acelerar la intervención de socios comerciales que ya preparan respuestas espejo. Con el 50 % sobre la mesa, la pulseada se traslada ahora a los consumidores desde los desarrolladores inmobiliarios hasta los fabricantes de autos que verán subir su factura de metal antes de que termine el verano. El reto para Trump y para la industria será demostrar que el remedio nacionalista no termina siendo más caro que la enfermedad de la competencia global.

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