Jerusalén. La madrugada volvió a caer con estruendo sobre la Franja de Gaza. Bombardeos israelíes fulminaron de nuevo Yabalia y su campamento de refugiados, dejando un saldo preliminar de 70 fallecidos y decenas de heridos, según el Ministerio de Sanidad gazatí. Mujeres, niños y ancianos figuran entre las víctimas de una jornada que, lejos de ser excepcional, confirma la rutina de fuego que agobia al enclave desde hace más de un año y medio.
Según la agencia EFE, los ataques más letales se produjeron en menos de tres horas, poco después de que el portavoz militar israelí advirtiera por redes sociales que la zona debía evacuarse “de inmediato”. El aviso llegó como tantas otras veces demasiado tarde fuentes médicas del Hospital Indonesio de Beit Lahia contabilizaron 22 menores y 15 mujeres entre los cadáveres.
El Ejército israelí justificó la operación alegando que respondía al lanzamiento de tres cohetes hacia su territorio. Dos fueron interceptados por la Cúpula de Hierro y el tercero cayó en un descampado, sin causar daños. Sin embargo, la represalia aérea impactó de lleno en viviendas de cinco clanes palestinos (Najjar, Sweilem, Maqbel, Khalla y Qattanani), ampliando el drama familiar que se repite de norte a sur del enclave.
Mientras las excavadoras rebuscan entre escombros, la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) insiste en que la mortalidad civil se ha disparado un 28 % durante el último trimestre, impulsada por la combinación de ataques indiscriminados y colapso sanitario. La Franja apenas dispone de 13 hospitales operativos de los 36 que existían antes del conflicto, y muchos funcionan solo parcialmente por falta de combustible y material quirúrgico.
El bombardeo alcanzó también tiendas de campaña para desplazados en Mawasi, a las afueras de Jan Yunis, y una vivienda del clan Abu Amouna. A la tragedia de la noche se sumó la del día tres heridos de la víspera fallecieron por falta de suministros en cuidados intensivos. La lista provisional de muertos, que el Ministerio de Sanidad cifra ya en más de 52 900 desde octubre de 2023, sigue creciendo con cada parte médico.
Israel mantiene cerradas las fronteras de Gaza a la prensa extranjera, de modo que las cifras se cotejan con retraso y a menudo se litigan en despachos diplomáticos. Aun así, organismos como Human Rights Watch y la Media Luna Roja Palestina consideran “verosímiles” los registros locales, visto que cada hospital respalda sus números con partes forenses y actas familiares.
En paralelo, la cancillería israelí defendió la legalidad de la incursión sobre el Hospital Europeo de Jan Yunis, donde 16 personas murieron y más de 70 resultaron heridas el martes en la tarde. El objetivo, alegan, era un “centro de mando subterráneo” vinculado a Hamás. Voceros del brazo armado del grupo islamista lo desmintieron, y la Organización Mundial de la Salud denunció que golpear centros asistenciales “hace imposible cualquier atisbo de tregua humanitaria”.
Analistas de seguridad en Tel Aviv apuntan que el verdadero blanco sería Mohamed Sinwar, hermano del exlíder de Hamás Yahya Sinwar, supuesto cerebro de la ofensiva del 7 de octubre de 2023. Sin confirmación independiente, el dato alimenta la narrativa de objetivos “quirúrgicos” que rara vez se traduce en bajas exclusivamente militares.
Un ciclo que se cierra sobre la población civil
En la práctica, la estrategia israelí de avisos previos y “zonas seguras” ha demostrado ser un paliativo insuficiente. El terreno es tan denso y la movilidad tan limitada que miles de familias optan por quedarse, arriesgando la vida ante la certeza de no hallar refugio. “Si salgo me matan en la carretera; si me quedo, tal vez sobreviva bajo los muros”, resume Abu Khaled, vecino de Yabalia, en un audio compartido con periodistas locales.
Los motores diplomáticos tampoco carburan. Egipto y Catar arrastran conversaciones estancadas sobre intercambio de rehenes y alto el fuego, mientras Washington pide “moderación” sin condicionar la transferencia de armamento a su aliado. Entre tanto, Naciones Unidas calcula que más de 1,9 millones de gazatíes el 85 % de la población están desplazados internamente, viviendo con menos de 1,5 litros de agua potable al día y una ración alimentaria que apenas cubre el 12 % de las calorías mínimas requeridas.
¿Qué sigue?
A corto plazo, los observadores prevén un repunte de hostilidades alrededor de Rafah, último corredor logístico con Egipto. El Ministerio de Defensa israelí aseguró este miércoles que “todas las opciones están sobre la mesa”, incluida una operación terrestre total, pese a las advertencias de la Corte Internacional de Justicia sobre riesgo de genocidio. Del lado palestino, Hamás y la Yihad Islámica amenazan con intensificar el lanzamiento de cohetes si la presión militar no cesa.
En palabras de un diplomático europeo consultado bajo anonimato “Cada bomba crea más huérfanos que militantes neutralizados; es una ecuación que ningún ejército puede ganar”. Mientras la comunidad internacional debate adjetivos, los gazatíes cuentan horas y cementerios. La guerra, hoy por hoy, sigue prendida como la mecha de un fósforo al viento: cualquiera la sopla, nadie la apaga.