El saldo humano del más reciente intercambio bélico entre Israel e Irán ya tiene una cifra oficial 78 fallecidos y 320 heridos, de acuerdo con el embajador iraní ante las Naciones Unidas, Saeed Iravani, durante la reunión de emergencia del Consejo de Seguridad celebrada este viernes en Nueva York. El diplomático aseguró que entre las víctimas hay altas figuras militares y civiles, incluidos mujeres y niños.
Según la agencia EFE, Iravani detalló que varios de los muertos pertenecían al alto mando de la Guardia Revolucionaria entre ellos el propio comandante en jefe, Hossein Salamí, y el jefe de la Fuerza Aeroespacial, Amir Ali Hajizadeh y responsabilizó a Israel de “una agresión directa contra la soberanía” de su país.
Los primeros misiles israelíes cayeron de madrugada, impactando objetivos militares y nucleares clave como las plantas de Natanz y Fordó, así como bases aéreas alrededor de Teherán. Medios oficiales iraníes, citados por la agencia estatal IRNA, reconocen daños “considerables” en Natanz, epicentro del programa de enriquecimiento de uranio. El golpe dejó a la aviación israelí volando casi sin oposición sobre la capital durante horas, un escenario inédito en décadas de rivalidad soterrada.
Teherán respondió anoche con una andanada de misiles balísticos hacia Tel Aviv. La prensa israelí contabiliza tres muertos y al menos 38 heridos, además de severos daños en un rascacielos residencial y cortes temporales en el aeropuerto Ben Gurión. Fuentes militares israelíes sostienen que la mayoría de los proyectiles fueron interceptados, pero confirman “impactos críticos” en el área metropolitana.
La escalada encendió todas las alarmas diplomáticas. Irán advirtió en la misma sesión del Consejo que extenderá sus represalias a “bases estadounidenses, británicas y francesas” si cualquiera de esos países interviene, un aviso reseñado por The Guardian. Washington, Londres y París, por su parte, condenaron el ataque iraní a Tel Aviv pero evitaron comprometerse públicamente con una respuesta militar, al menos por ahora.
¿Por qué este bombardeo sí preocupa a todos?
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Golpes dentro del corazón iraní. Desde el bombardeo israelí al reactor iraquí de Osirak en 1981, Tel Aviv no había admitido un ataque tan profundo contra infraestructura nuclear de un rival. El daño a Natanz obliga a Teherán a rehacer parte de su programa y, de paso, crea un precedente sobre la “legitimidad” de atacar instalaciones atómicas en plena operación.
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La caja de Pandora del Consejo de Seguridad. Con Rusia y China alineadas tras Irány Estados Unidos detrás de Israel cualquier resolución quedará bloqueada. Eso deja el tablero internacional sin árbitro efectivo y acelera la lógica de hechos consumados: quien golpee primero define las reglas.
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Mercados energéticos al rojo vivo. El barril Brent superó los 97 dólares apenas se filtró la magnitud de las explosiones en Natanz, y traders en Dubái hablan de 105 dólares si la crisis se prolonga a julio. República Dominicana, que importa todo su crudo, podría sentir la presión en las próximas semanas con un alza directa en combustibles.
Entre líneas: el mensaje de Tel Aviv
Fuentes de inteligencia occidentales citadas por The Wall Street Journal señalan que Israel buscó dos objetivos simultáneos neutralizar la capacidad iraní de enriquecer uranio por encima del 60 % línea roja antes de uso militar y descabezar la cadena de mando de la Guardia Revolucionaria. Al lograr ambos golpes en una sola noche, el gobierno de Netanyahu pretende forzar a Irán a retroceder o a reaccionar de forma tan contundente que justifique una coalición internacional más amplia.
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Negociaciones nucleares, en coma. Los diálogos indirectos previstos en Omán para la semana próxima lucen inviables. Teherán afirma que “cualquier conversación carece de sentido” mientras el ataque queda impune.
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Riesgo de guerra regional ampliada. Hezbolá y las milicias proiraníes en Siria e Irak mantienen una prudente espera. Si cruzan la línea y abren nuevos frentes, la región podría enfrentar su conflicto más amplio desde 2003.
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Presión interna sobre Biden. Con elecciones a menos de cinco meses, la Casa Blanca se ve forzada a equilibrar la solidaridad con Israel y la fatiga bélica de los votantes estadounidenses. Un paso en falso y el costo político podría ser decisivo.
En el terreno, la prioridad inmediata sigue siendo controlar los incendios y rescatar sobrevivientes entre los escombros en Teherán y Tel Aviv. Pero la batalla real se libra, en silencio, en Viena y Nueva York detener la espiral antes de que Medio Oriente se convierta, otra vez, en el epicentro de una guerra imposible de contener.