Operación León Ascendente Israel aniquila cúpula militar iraní

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El bombardeo sorpresa de la madrugada del viernes al sábado sobre Teherán no fue un simple “golpe quirúrgico”. Con la Operación “León Ascendente”, la Fuerza Aérea de Israel descabezó buena parte del aparato de seguridad persa, eliminando a más de 20 altos mandos entre ellos los jefes de inteligencia y misiles y poniendo patas arriba la cadena de mando iraní.

Según Infobae, la lista de bajas incluye a Gholam-Reza Marhabi, cerebro de la inteligencia del Estado Mayor, y a Mohammad Hossein Bagheri, artífice del arsenal de misiles de superficie y considerado pieza clave en los ataques de abril y octubre de 2024 contra territorio israelí. La misma ráfaga alcanzó a Amir Ali Hajizadeh, comandante de la Fuerza Aeroespacial de la Guardia Revolucionaria, y en un golpe que nadie en la región veía venir al propio comandante del IRGC, Hosein Salami, cuyo fallecimiento ya fue confirmado por la prensa internacional.

¿Por qué este golpe importa?

Primero, porque Salami y Bagheri no solo dirigían fuerzas personificaban la doctrina ofensiva iraní que combina redes de proxies, drones kamikaze y misiles balísticos de largo alcance. De acuerdo con el Institute for the Study of War y el Washington Institute, Teherán mantiene el mayor arsenal misilístico de Oriente Medio más de 3 000 proyectiles y ha construido una treintena de bases subterráneas para protegerlos. Su eliminación pulveriza años de experiencia operativa y, sobre todo, la confianza interna en que dichas instalaciones eran inexpugnables.

Segundo, porque Israel apostó esta vez por una estrategia de “shock de liderazgo”: neutralizar simultáneamente a los planificadores, a los operadores y a quienes sustituyen piezas cuando falta alguien en la cúpula. En palabras de un oficial israelí citado por Breaking Defense, la misión pretendía “impedir que la próxima oleada de misiles siquiera se programe”.  La magnitud del despliegue más de 200 aeronaves y 330 municiones guiadas sugiere que Tel Aviv busca restar capacidad ofensiva al régimen por meses, quizá años.

Reacción de Teherán y posibles represalias

Horas después del ataque, el ayatolá Ali Khamenei nombró al general Mohamad Pakpur como nuevo comandante de la Guardia Revolucionaria. Sin embargo, los analistas consultados coinciden en que ningún reemplazo a corto plazo dispondrá de la red de lealtades que tejieron Salami y Marhabi durante décadas. Esa fragilidad podría traducirse en represalias apresuradas o, al contrario, en un repliegue cauteloso mientras Irán recalibra su ofensiva regional.

Los primeros indicios apuntan a la línea dura. Medios estatales iraníes amenazaron con cerrar el estrecho de Hormuz y con reactivar a milicias aliadas en Irak, Siria y Líbano. No obstante, la capacidad real de respuesta inmediata se ha visto mermada: sin Bagheri ni Hajizadeh, los sistemas balísticos y de drones necesitarán nuevas órdenes, nuevas claves y nuevos enlaces de comunicaciones, un proceso que no se improvisa en medio del caos.

Impacto regional y lectura global

Mientras Washington intenta desmarcarse la Casa Blanca insiste en que Israel actuó “por su cuenta”, Riad y Abu Dabi miden los riesgos de un derrame de violencia hacia el Golfo. El mercado petrolero reaccionó con una subida del Brent a 103 USD por barril en las primeras horas del sábado, aunque retrocedió al confirmarse la contención de daños en las instalaciones energéticas iraníes.

Para América Latina, y en particular para los países con diásporas iraníes e israelíes relevantes, el episodio reaviva el debate sobre sanciones secundarias y la posible llegada de nuevos flujos migratorios. Panamá, por ejemplo, ya revisa sus protocolos de tránsito ante eventuales desviaciones de rutas comerciales si Hormuz se cierra, según fuentes diplomáticas consultadas por este redactor.


Aunque Teherán tarde en reorganizar su cúpula, la historia reciente demuestra que el régimen no suele dejar crímenes sin respuesta. Sin Salami al mando, la Guardia Revolucionaria podría ceder iniciativa a Quds Force y a sus proxies para lanzar golpes de efecto: ataques con drones contra barcos, cohetes desde Gaza o incluso ciber ofensivas contra infraestructura civil israelí y occidental.

A fin de cuentas, la Operación “León Ascendente” no solo derrocó a un puñado de jerarcas; abrió una incógnita existencial sobre la resiliencia estratégica de Irán y la disposición de Israel a repetir “decapitaciones” preventivas. El tablero regional ya cambió, y el reloj de las represalias empezó a correr.

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