Bukele reta a Maduro con un trueque humanitario 252 venezolanos presos en El Salvador por 252 presos políticos en Venezuela

-

El presidente salvadoreño, Nayib Bukele, redobló este fin de semana su estrategia internacional al proponerle a Nicolás Maduro un canje tan inédito como polémico devolver a Caracas a los 252 migrantes venezolanos que Washington deportó a la mega‑cárcel CECOT a cambio de la excarcelación de la misma cantidad de presos políticos venezolanos.

Tal como informó la agencia EFE al detallar el mensaje que Bukele publicó en X, el salvadoreño insistió en que “no tiene presos políticos”, mientras que el mandatario venezolano “mantiene miles” de opositores tras las rejas​.

¿Qué hay detrás del ofrecimiento?

Bukele ha convertido a CECOT en un símbolo de mano dura. En marzo, aceptó los primeros vuelos de deportados: 238 venezolanos trasladados desde Texas bajo la vieja Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, legislación que no se usaba desde la Segunda Guerra Mundial. Documentos obtenidos por CBS News revelan que la mayoría carece de antecedentes penales en EE. UU. o Venezuela​.

El plan provocó recursos de la American Civil Liberties Union (ACLU) y el 19 de abril la Suprema Corte de EE. UU. suspendió temporalmente nuevas expulsiones hasta que los afectados tengan oportunidad de defenderse en tribunales​. Con la puerta estadounidense entreabierta, Bukele aprovecha para presentarse como mediador “humanitario” ante Caracas.

La otra cara: los presos políticos

Venezuela acumula años de denuncias por detenciones arbitrarias. ONG nacionales hablan de alrededor de 800 presos de conciencia; Foro Penal sitúa la cifra por encima del millar en sus conteos más recientes​. Entre los nombres que Bukele incluyó en su carta figuran la activista Rocío San Miguel y el periodista Roland Carreño, casos emblemáticos que Caracas califica de “procesados por delitos comunes”.

Para el analista dominicano Carlos Luna, la oferta de Bukele “coloca a Maduro frente a un espejo incómodo: aceptar implicaría reconocer la existencia de presos políticos; rechazarla refuerza las críticas sobre derechos humanos”. Además, un intercambio masivo sería logísticamente complejo: requeriría coordinaciones consulares, garantías de seguimiento internacional y, sobre todo, voluntad política de ambas partes.

El factor Tren de Aragua y la reputación de CECOT

Washington y San Salvador justificaron las deportaciones alegando que los venezolanos pertenecen al Tren de Aragua, la red criminal que nació en cárceles venezolanas y se expandió por Sudamérica. Sin embargo, investigaciones de prensa en EE. UU. y en El Salvador señalan que no existen cargos formales contra la mayoría de los detenidos y que la clasificación se basó, en varios casos, en tatuajes o simples reseñas policiales​.

Los familiares de los deportados alojados en un penal donde ni siquiera los salvadoreños reciben visitas regulares denuncian que el procedimiento equivale a una “desaparición forzada” fuera de sus fronteras. Organismos como Human Rights Watch advierten que El Salvador podría estar actuando como “cárcel tercerizada” de EE. UU., vulnerando normas internacionales sobre due‑process.

Reacciones y silencio

Hasta la noche del domingo, el gobierno venezolano no había respondido oficialmente a la oferta. Voceros habituales de Miraflores se limitaron a repetir que “no hay presos políticos”, mientras medios afines tildaban la carta de Bukele de “maniobra mediática”.

En El Salvador, la oposición cuestionó la propuesta. El diputado Johnny Wright Sol declaró que “juguetear con vidas humanas como fichas de cambio puede convertirse en un bumerán diplomático”. Pero el oficialismo celebró el paso: “Es una jugada de ajedrez que desenmascara la hipocresía de Maduro”, dijo la legisladora Suecy Callejas.

Implicaciones para EE. UU.

El trueque también salpica a Washington. El Departamento de Seguridad Nacional firmó el acuerdo que permite usar CECOT como destino de expulsiones masivas, pagando una tarifa cuyo monto sigue clasificado. Si Maduro acepta y los 252 venezolanos regresan, el gobierno estadounidense tendría que decidir qué hacer con futuros deportados marcados como “enemigos”. Por ahora, la pausa judicial ralentiza cualquier nuevo traslado.

¿Qué sigue?

  1. Respuesta de Caracas: sin aceptación formal, la propuesta puede diluirse. Observadores recuerdan que Maduro suele ceder libertades solo cuando percibe beneficios, como el reciente intercambio de rehenes con EE. UU.

  2. Presión internacional: la OEA, la ONU y la Iglesia salvadoreña ya piden visitas independientes a CECOT y a cárceles venezolanas. Un canje podría abrir esas puertas o, por el contrario, endurecer posiciones.

  3. Efecto electoral interno: Bukele se proyecta como líder hemisférico antes de las legislativas de 2026. Para Maduro, admitir presos políticos dañaría su campaña por la reelección de 2027.

Un pulso que trasciende fronteras

En buen dominicano, esto no es un relajo estamos ante un pulso diplomático donde tres mandatarios Bukele, Maduro y Trump juegan con la presión migratoria, la seguridad carcelaria y los derechos humanos como fichas de un tablero mayor. Si el canje prospera, podría convertirse en precedente para futuros acuerdos multilaterales; si fracasa, dejará al desnudo la precariedad jurídica de cientos de personas atrapadas entre dos sistemas penitenciarios cuestionados.

Por ahora, el cronómetro corre. Y cada día que pasa sin acuerdo prolonga la incertidumbre de los 252 venezolanos que duermen bajo el rigor de CECOT y de los cientos de opositores que resisten tras los barrotes venezolanos.

Lo Más Reciente

MÁS NOTICIAS