La influencer Karla Álvarez más conocida en las redes como La Mana reapareció este Domingo de Resurrección con un video cargado de frases espirituales, pero sin una disculpa directa por la que muchos esperaban. Su regreso llega luego de varios días con la cuenta desactivada y de un aluvión de críticas que le tumbó, de un tablazo, cerca de ocho mil seguidores.
la creadora de contenido se había retirado tras ser acusada de insensible cuando, frente al luto nacional que provocó el derrumbe del techo en la discoteca Jet Set, respondió que «su contenido no va con esas vibras». El comentario explotó como pólvora en los comentarios y encendió un boicot que todavía hierve en sus perfiles.
El nuevo video, filmado con luces tenues y música de fondo, trae un llamado genérico a la introspección «es tiempo de mirar hacia dentro, de sanar, de orar», pero dejó sabor a poco entre usuarios que pedían autocrítica. «Eso no muestra humildad ni responsabilidad», soltó una seguidora; otros, sin más, optaron por el botón de unfollow.
Detrás de la polémica sigue latente la tragedia que desató el duelo. El pasado 8 de abril el techo del Jet Set colapsó durante un concierto, dejando más de 230 muertos y casi 200 heridos, entre ellos figuras del merengue y aficionados que disfrutaban la noche capitalina. La tragedia generó demandas contra los dueños del local y puso en la mira la falta de supervisión estatal sobre construcciones privadas.
La oleada de indignación no se limita al público. Artistas como Natti Natasha, Juan Luis Guerra y Tokischa sacaron la cara en redes, algunos posponiendo eventos y otros acusando negligencia y corrupción detrás del desastre. El golpe emocional fue profundo el país entero se recogió en oración, mientras rescatistas removían escombros buscando sobrevivientes.
En ese contexto, la vuelta de La Mana se lee más como un intento de resucitar su marca personal que como un acto de contrición. Consultores de reputación digital coinciden en que la clave cuando el público está “quillao” es admitir el error temprano y con claridad. Sin ese paso, las marcas sufren un desgaste prolongado: pérdida de patrocinios, reducción del alcance orgánico y, en el peor de los casos, ostracismo social.
Los algoritmos no perdonan, pero tampoco olvidan. Para recuperar terreno, Álvarez tendrá que construir un relato coherente reconocer el dolor colectivo, explicar su silencio y demostrar acciones concretas donaciones, apoyo a las víctimas o campañas de concienciación que validen sus palabras con hechos. De lo contrario, su retorno podría quedar en un “amén” vacío, mientras la audiencia dominicana vira el pulgar hacia abajo y sigue desplazándose por el feed en busca de voces más empáticas.
Al final del día, las redes son un reflejo de la calle cuando el pueblo está de luto, el que se baila un merengue aparte corre el riesgo de quedarse solo en la pista.
