California Incendios y disturbios tras operativos de ICE

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Las llamas y el estruendo de botellas rompieron la calma angelina desde el viernes. Vehículos ardiendo, vitrinas destrozadas y enfrentamientos cuerpo a cuerpo con la policía marcaron tres jornadas de furia en Los Ángeles, tras las redadas del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) que acabaron con decenas de detenidos.

Según la agencia EFE, la protesta escaló cuando manifestantes bloquearon la autopista 101 y lanzaron piedras, fuegos artificiales y hasta cócteles Molotov a los agentes. Esa violencia sirvió de argumento a la Casa Blanca para un paso casi olvidado en la historia reciente: el presidente Donald Trump activó a 2,000 soldados de la Guardia Nacional y reservistas de los Marines bajo el Título 10, sin pedir permiso al estado.

Un choque frontal con Sacramento

El gobernador Gavin Newsom calificó la maniobra de “usurpación ilegal” y exigió al secretario de Defensa que devuelva el control de las tropas a California. La alcaldesa angelina Karen Bass la tildó de “provocación que echa gasolina al fuego”. Expertos en derecho de seguridad nacional señalan que la última vez que el gobierno federal envió soldados sin consentimiento estatal fue en 1957, cuando Eisenhower mandó al 101.º Aerotransportado a Little Rock para forzar la integración escolar.

¿Por qué el Título 10 es tan polémico?

Bajo el Título 10 los guardias dejan de responder al gobernador y pasan a la cadena de mando del Pentágono. Eso les permite patrullar, detener y, en teoría, usar fuerza letal ante una “insurrección”. No ocurría algo así en la Costa Oeste desde los disturbios raciales de 1965, pero entonces hubo aval estatal. La decisión de Trump rompe esa tradición y plantea un choque constitucional directo sobre quién manda en las calles de California.

Balance preliminar

  • Arrestos: Al menos 39 personas entre sábado y domingo, según la LAPD.

  • Daños: quemaron un lote de vehículos autónomos de Waymo y vandalizaron la sede local de ICE.

  • Heridos: 22 agentes y decenas de manifestantes atendidos por impactos de proyectil y gases.

ICE anunció que los operativos proseguirán “a diario” mientras busquen a inmigrantes con órdenes de deportación pendientes. Eso mantiene la tensión en barrios como Boyle Heights y Panorama City, donde se mezclan la indignación moral y el miedo a perder a un familiar.

El contexto demográfico que aviva el conflicto

California alberga a 10.4 millones de residentes nacidos en el extranjero, el 26.7 % de su población. Ese músculo migrante sostiene desde la cosecha del Valle Central hasta los laboratorios de Silicon Valley. Un estudio reciente recuerda que la llegada neta de 300 mil inmigrantes en 2024 fue clave para revertir la caída poblacional pos-pandemia. Cada redada masiva, por tanto, no solo remueve fibras sociales; también golpea la base económica que el propio estado presume.

¿Qué viene ahora?

  1. Batalla legal: Newsom alista una demanda federal argumentando violación de la Décima Enmienda y del Acta Posse Comitatus.

  2. Pulso político: Veintidós gobernadores demócratas respaldaron a California, temiendo que la Casa Blanca cree un precedente para intervenir en cualquier estado.

  3. Escalada o desescalada: Activistas planean un “día sin inmigrantes” este jueves. Si la Guardia Nacional mantiene presencia, la calle podría radicalizarse; si se repliega, ICE quedaría sin cobertura militar.

Lectura crítica

Más allá de la pirotecnia, el choque revela un dilema clásico ¿hasta dónde llega la autoridad federal para imponer la ley migratoria frente a los derechos de un estado a gobernar su seguridad pública? En 1957 se apeló a la igualdad racial; hoy la justificación es el control fronterizo. Pero en ambos casos la foto es similar soldados armados patrullando ciudades estadounidenses.

Al final, mientras Washington y Sacramento se acusan mutuamente, el residente de Pico-Union que madruga para mandar remesas o la familia mixta de Koreatown que teme una separación forzosa siguen siendo las fichas más vulnerables del tablero. Y, como advierten economistas locales, expulsar o aterrorizar a ese cuarto de la población no es solo un tema humanitario es dispararse en el pie de la economía californiana.

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