Un nuevo golpe al robo de energía sacudió este lunes a La Romana, donde dos negocios de alto consumo un hotel y un supermercado fueron sorprendidos “jalando luz” sin reportar ni un peso. La maniobra ilegal elevaba sus facturas a cero y recargaba la red, mientras el resto de los clientes pagaba los platos rotos.
Según un comunicado interno de la Empresa Distribuidora de Electricidad del Este (Edeeste), el Hotel Silvestre desviaba alrededor de 100 mil kWh al año unos RD$ 2.25 millones mediante una conexión directa; el Beto Súper Colmado, por su parte, ocultaba otros 36 mil kWh valorados en poco más de RD$ 503 mil.
La operación forma parte del plan nacional de “cero tolerancia al fraude” que las distribuidoras ejecutan junto a la Procuraduría General y la Superintendencia de Electricidad. Solo en el primer trimestre de 2025 las Edes recuperaron 8.39 GWh y más de RD$ 102 millones en cargos retroactivos, cifras que muestran lo profundo del agujero negro que deja el robo de energía.
Detrás de cada “macarilla” hay un efecto dominó sobrecarga de transformadores, variaciones de voltaje y apagones inesperados en barrios que sí están al día. El propio reglamento de la Ley 125-01 obliga a someter a los infractores a procesos penales y al pago del consumo dejado de registrar, multiplicado por sanciones económicas que pueden triplicarlo.
Voceros de Edeeste advierten que vendrán más redadas. El mapa de la distribuidora marca focos rojos en zonas con hoteles, fábricas de hielo y colmados con cuartos fríos que “no cuadran” con el histórico de kWh facturados. Mientras tanto, técnicos y fiscales levantan actas, retiran bypasses y montan nuevos medidores inteligentes para cerrar la fuga.
¿Tiene remedio esta guerra? Los expertos coinciden en que la tecnología ayuda, pero la llave maestra sigue siendo la cultura de pago. Ningún medidor inteligente podrá contra la viveza criolla si no se respalda con presión judicial y tarifas transparentes. De lo contrario, la cuenta final la seguirá pagando el abonado honesto.