El 24 de mayo el disidente iraní Jafar Panahi se llevó la Palma de Oro con It Was Just an Accident, un thriller de venganza donde ex-presos encaran a su antiguo torturador. El premio consagra a un cineasta que hasta 2023 no podía ni salir de Irán; la ovación en la Lumière duró casi cinco minutos.
Con este triunfo, la distribuidora indie Neon firma su sexta Palma seguida (tras Parasite, Titane, etc.), un récord que preocupa a majors y alegra a salas de arte. El jurado, presidido por Juliette Binoche, justificó la decisión diciendo que la cinta “nace desde la resistencia y devuelve esperanza en medio de la crueldad”.
La ceremonia no estuvo exenta de drama horas antes un apagón investigado como sabotaje dejó medio Cannes sin electricidad. Aun así, el palmarés fluyó con Joachim Trier (Grand Prix por Sentimental Value), Kleber Mendonça Filho (Mejor Director y Wagner Moura Mejor Actor por The Secret Agent) y Nadia Melliti (Mejor Actriz por The Little Sister). El Camera d’Or fue para el iraquí Hasan Hadi por The President’s Cake, primera vez que Irak gana en Cannes.
Más allá del glamour, Panahi entra ahora al club de realizadores que han conquistado Cannes, Venecia y Berlín. En rueda de prensa, preguntado por la represión en Irán, soltó: “Filmar es mi forma de respirar; si me quitan la cámara, igual exhalo historias”. Un mensaje que resonó fuerte en un festival marcado por protestas pro-libertad de expresión.
