El protocolo migratorio que ordena a los hospitales públicos cobrar los insumos médicos a pacientes extranjeros arrancó hace ya tres semanas, pero en el Hospital Municipal de Engombe epicentro de parturientas haitianas en Santo Domingo Oeste la medida sigue en punto muerto. El personal asiste a la gente “como siempre” y ni siquiera tiene a mano la lista oficial de precios, confirman pacientes y empleados.
Según reportó la periodista Elkys Cruz en Listín Diario, en el recinto se ve menos presencia haitiana tras los operativos de la Dirección General de Migración (DGM); aun así, quienes llegan aseguran que nadie les exige carta de trabajo ni domicilio dominicano y, mucho menos, les factura las gasas o los medicamentos que utilizan.
El protocolo, presentado por el presidente Luis Abinader y el Servicio Nacional de Salud (SNS), obliga a todo extranjero a mostrar identificación, prueba de residencia y a pagar una tarifa única por los materiales consumidos. También dispone la presencia fija de agentes migratorios en cada hospital para remitir a repatriación los casos que no cumplan con los requisitos.
La norma busca aliviar la presión sobre un sistema de salud que en 2024 destinó más de RD$1,068 millones solo en partos y cesáreas de mujeres haitianas 32,967 alumbramientos equivalentes al 36 % del total nacional. Aunque la proporción subió levemente, el volumen absoluto cayó 14 % respecto a 2023, señal de que la política de contención comienza a surtir efecto.
¿Por qué, entonces, Engombe sigue al margen? Médicos consultados alegan que falta capacitación sobre el nuevo tarifario y que no hay un sistema de cobro en caja. “Sin un punto de pago habilitado, ¿cómo facturamos?”, comenta un administrador que pide anonimato por temor a sanciones. Mientras, los agentes de Migración limitan su trabajo a vigilar pasillos y neveras de medicamentos; no detienen parturientas, pero toman nota de cada caso para futuros cruces de datos, explican fuentes del SNS.
Salud Pública asegura que la tarifa “llegará a todos los centros” antes de junio. Sin embargo, especialistas advierten que aplicar la regla sin reforzar la atención primaria en la frontera solo trasladará el flujo a hospitales periféricos menos visibles y, a la larga, al bolsillo estatal. No basta con cobrar urge, dicen, un plan binacional de salud materna y acuerdos de financiación con Haití semejantes a los modelos vigentes entre Francia y Bélgica para pacientes transfronterizos.
En Engombe, Manuela Alicien haitiana con tres décadas viviendo legal en el país resume el dilema “Una cesárea cuesta menos que subirte a la camiona”. Su frase desnuda la paradoja de un sistema que, mientras define quién paga la factura, mantiene la frontera sanitaria abierta y latiendo cada día.