Manabao, Jarabacoa. Enclavados entre montañas y caminos angostos, los hogares de Mata de Limón, La Ciénaga y otros parajes de Manabao amanecieron este fin de semana con un alivio tangible: brigadas de los Comedores Económicos del Estado Dominicano (CEED) tocaron cada puerta para entregar raciones crudas a miles de familias en situación vulnerable.
Las cajas repletas de arroz, habichuelas, aceite, pastas y otros básicos forman parte del plan de asistencia social que dirige Edgar Augusto Féliz Méndez bajo el paraguas del gobierno de Luis Abinader. Según cifras oficiales, la red de comedores pasó de 36 a 146 establecimientos en menos de cinco años, un salto que ha ido acompañado de cocinas móviles y operativos especiales como el de Jarabacoa.
La expansión busca cerrar la brecha de inseguridad alimentaria que todavía golpea al 19 % de la población dominicana, de acuerdo con estimaciones de la FAO publicadas en octubre de 2024. El mismo informe advierte que un 4,6 % está subalimentado, realidad que se hace más cruda en comunidades rurales y de difícil acceso.
En Manabao, la logística combinó el músculo estatal con el empuje comunitario la ONG Iniciativa PRORD y la Fundación Pro-Desarrollo de Manabao aportaron voluntarios que guiaron a las brigadas por veredas y gargantas fluviales. El resultado fue un reparto puerta a puerta que evitó intermediarios y aseguró que cada kit catorce productos en total llegara intacto a su destinatario.
Féliz Méndez insiste en que el servicio se mantiene gratuito y sin distinción “Nuestra misión es que ningún dominicano se acueste con hambre”. Más allá de la retórica, el aumento sostenido de usuarios y organizaciones que acuden a los CEED valida la confianza ganada por el programa, sobre todo en escenarios de emergencia climática donde las cocinas móviles han sido decisivas.
El desafío ahora, advierten economistas rurales, es garantizar la sostenibilidad financiera y logística de una red que crece a un ritmo vertiginoso. Llevar alimentos a comunidades como Los Marranitos o El Dulce implica costear transporte en terrenos abruptos y mantener una cadena de frío mínima para productos perecederos. En ese sentido, técnicos del Ministerio de Agricultura exploran alianzas con productores locales para reducir costos y, de paso, dinamizar la economía de la zona alta de Jarabacoa.
Con la temporada ciclónica a la vuelta de la esquina, estos operativos no solo mitigan el hambre sino que fortalecen la resiliencia comunitaria. Para doña Genoveva Vargas, vecina de Angostura, la caja entregada “es la diferencia entre cocinar con lo justo o improvisar con lo que haya”. Que esa escena se repita a nivel nacional depende, en buena parte, de que la inversión social siga el mismo ritmo de las cifras que exhibe el CEED sobre el papel.