Cómo los nuevos aranceles sacuden el panorama económico de Estados Unidos

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El secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent, ha sacudido el avispero con su anuncio de no dar marcha atrás a la política de aranceles impulsada por Donald Trump. Quienes mantienen la vista puesta en el mercado norteamericano perciben que, tras la pandemia, la Casa Blanca intenta blindar ciertas cadenas de suministro para evitar dependencias peligrosas. Es una movida arriesgada en plena coyuntura global, pero el equipo económico de Washington entiende que es preferible endurecer las condiciones ahora y negociar en mejores términos más adelante.

Según eleconomista, este escenario ha provocado que varios países llamen a la puerta de la Administración Trump en busca de acuerdos bilaterales. El Tesoro, sin embargo, se ha mostrado firme en la idea de que primero conviene observar quién está dispuesto a ceder. Cifras recientes del Fondo Monetario Internacional (FMI) reflejan una leve desaceleración del comercio mundial, mientras que la Reserva Federal de Estados Unidos aún mantiene previsiones de crecimiento moderado en el corto plazo. Bessent insiste en que la economía de su país no corre peligro de caer en recesión inmediata, aunque las amenazas de sanciones arancelarias generan tensiones palpables en el tablero internacional.

Analistas independientes han advertido que, una vez las conversaciones empiecen a madurar, podrían pasar semanas o meses antes de ver una resolución clara. La pandemia reveló cuán frágiles podían ser ciertos suministros de productos estratégicos, y la actual administración busca fortalecer cadenas propias, sin mirar tanto al costo ni a las posibles represalias de los principales socios comerciales. Fuentes públicas como la Organización Mundial del Comercio (OMC) evidencian un incremento de disputas a raíz de medidas similares en la última década, lo que sugiere un panorama turbulento. Aun así, hay economistas que entienden que, bien negociados, estos aranceles podrían reencaminarse hacia fórmulas menos agresivas.

Todo apunta a que la clave estará en las conversaciones diplomáticas. Bessent pretende que los países tradicionales en el comercio con Estados Unidos entiendan que el proteccionismo no será eterno, sino un recurso que sirva como palanca para garantizar mayores concesiones. Todavía no se sabe con exactitud quiénes saldrán beneficiados, pero el poder de negociación y las realidades políticas en cada nación influyen. Mientras tanto, queda observar de cerca cómo reaccionan los mercados y si el discurso arancelario se modera o continúa en alza. Aunque en los corrillos de Washington se afirma que esta vez la Casa Blanca no se echará para atrás, otros gobiernos se van preparando para negociar, con la esperanza de calmar las aguas y no ver truncadas sus perspectivas de crecimiento.

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