Ciudad del Vaticano. Entre los muros leonados que resguardan la plaza de San Pedro se respira un sigiloso fervor los 135 cardenales electores afinan posturas a solo días de encerrarse bajo los frescos de Miguel Ángel para elegir al 267.º sucesor de Pedro. Nadie suelta prenda delante de las cámaras, pero el ambiente que describen puertas adentro es de diálogo franco, casi familiar.
Según la agencia EFE, hasta los purpurados de más de 80 años sin derecho a voto se infiltran en los pasillos para compartir impresiones y bajar tensiones, convencidos de que la clave ahora es «escuchar» antes que contar votos. Ese tono sereno contrasta con la conmoción global que dejó la muerte de Francisco el pasado 21 de abril, cuando un derrame cerebral segado le puso fin a su pontificado de 12 años.
El funeral multitudinario y los nueve días de luto concluyeron con el anuncio de que el cónclave arrancará el 7 de mayo, decisión adoptada en la séptima congregación general de este miércoles. El reglamento marca que todo ocurra entre rezos, juramentos de secreto y sucesivas votaciones; sin embargo, varios cardenales consultados aseguran que el proceso podría resolverse «en dos o tres días», réplica casi calcada a 2013, cuando Francisco emergió tras cinco rondas de votación.
¿Quién puede vestir la sotana blanca?
Las quinielas vuelan aunque, como recuerda la historia, rara vez aciertan. Analistas citados por The Times mencionan perfiles disímiles el húngaro Péter Erdő, visto como alternativa conservadora; el maltés Mario Grech, continuista de la línea de Francisco; el italiano Matteo Zuppi, hábil componedor; y el filipino Luis Antonio Tagle, rostro de la Iglesia emergente en Asia. Todos comparten un rasgo han sido formados en un colegio cardenalicio donde más de la mitad fue creada por el pontífice difunto, lo que convierte la votación en un termómetro de su legado. USA Today recuerda que los electores llegan de 69 países, reflejo del rostro global que Francisco quiso imprimir al cargo.
Retos en la agenda papal
El próximo Papa heredará un Vaticano financieramente más transparente, pero con reformas en curso; el Sínodo sobre la sinodalidad en pleno desarrollo; y una grey de 1 300 millones de fieles que exige respuestas claras frente al abuso sexual y el drama migratorio. Además, deberá equilibrar el ala progresista que empujó Francisco apertura a laicos y mujeres en instancias decisorias con sectores que añoran una liturgia más clásica.
Prudencia dominicana
Esto es cosa del Espíritu», resumió, medio en broma, un purpurado latinoamericano al salir del Aula del Sínodo. Esa mezcla de respeto y picardía caribeña ilustra un cónclave donde el silencio es también estrategia: mientras menos ruido afuera, más espacio adentro para que la inspiración soplace, dirían en buen dominicano. Y si los vaticanistas no pueden leer humo blanco aún, los cardenales sí leen en susurros el pulso de una Iglesia que busca, sobre todo, un pastor capaz de soldar las grietas dejando claro que la unidad no depende de la nacionalidad sino del corazón.
Faltan horas para que se atranque la puerta de la Capilla Sixtina. Cuando vuelva a abrirse, será para que un nuevo pontífice abrace al mundo desde el balcón central. Hasta entonces, la prudencia seguirá marcando el paso y los periodistas, el paso ligero para intentar arrancar una palabra que, por ahora, nadie está dispuesto a pronunciar.
