Australia y Nueva Zelanda acaban de coronarse, nada halagüeñamente, como los líderes mundiales en consumo per cápita de cocaína. En 2023, el 3 % de sus habitantes entre 15 y 64 años probó el polvo blanco, de acuerdo con el Informe Mundial sobre las Drogas 2025 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
Según reportó la agencia EFE, el porcentaje casi duplica la media americana (1,6 %) y triplica la europea (1,1 %), mientras que los análisis de aguas residuales apuntan a un uso más bien ocasional entre los consumidores oceánicos.
¿Por qué Oceanía es un imán para los narcos?
La explicación, dicen los expertos de la UNODC, mezcla geografía con billetera gorda. El costo de un gramo ronda los 263 dólares en Australia, uno de los precios más altos del mundo, lo que multiplica las ganancias para los cárteles. Además, la costa australiana y neozelandesa suma miles de kilómetros: un retazo marino imposible de vigilar al 100 %. No es casual que las incautaciones tocaran récord en 2023, con más de 2,3 toneladas interceptadas en un solo operativo policial en diciembre.
A eso se añade el “drug highway” del Pacífico. Islas como Fiji o Vanuatu sirven cada vez más de escala para cargamentos sudamericanos que luego saltan a Sídney o Auckland, un fenómeno detallado por analistas de seguridad regional.La UNODC confirma que las rutas se han diversificado hacia África, Asia y Oceanía, dejando atrás la clásica vía Atlántico–Caribe–Europa.
Producción mundial en máximos históricos
El informe calcula la producción global de cocaína en 3 700 toneladas de droga pura en 2023, un 34 % más que el año anterior. Este “salto cuántico” se apoya en cultivos cada vez más extensos y en laboratorios portátiles que los grupos criminales llevan directo a la selva, abaratando costos y complicando la tarea de interdicción.
¿Uso recreativo o señal de alerta?
Aunque las mediciones de aguas residuales sugieren un consumo esporádico, autoridades sanitarias advierten que la normalización del “fin de semana con coke” puede allanar el terreno para adicciones crónicas y sobredosis. El precio desorbitado tampoco frena la demanda: solo eleva la presión sobre el mercado negro y, de rebote, sobre la violencia asociada.
Lecciones para nuestra región
Desde el Caribe observamos de lejos pero con aprensión. La experiencia oceánica demuestra que poder adquisitivo y puertos abiertos bastan para tentar a los cárteles. En República Dominicana, puerta natural al Atlántico, reforzar los controles costeros y la cooperación internacional sigue siendo vital para no convertirnos en otro eslabón de la cadena.
Mirada al futuro
La UNODC advierte que, si no se cortan las rutas marítimas emergentes y no se invierte en prevención, el mercado oceánico con poca población pero altísimo ingreso seguirá engordando. Y mientras más gane el narco en Sídney, mayor será la presión sobre los países de tránsito, incluidos los nuestros.