La inquietud por los vuelos turísticos en helicóptero se ha desatado con mayor fuerza tras un accidente reciente en las aguas del río Hudson. Diversos sectores de la sociedad neoyorquina, incluyendo agrupaciones comunitarias y representantes políticos, cuestionan la utilidad de estos viajes que rondan decenas de miles cada año en la ciudad más poblada de Estados Unidos.
Tal como informa EFE, el reclamo de prohibir las operaciones no esenciales de helicópteros no es nuevo. Organizaciones como Stop the Chop han alzado la voz reiteradamente, señalando que los sobrevuelos privados y turísticos generan inconvenientes ambientales, exceso de ruido y riesgos en una urbe donde la densidad poblacional rebasa cualquier otra en el país. La dirigencia de Stop the Chop, establecida en 2014, enfatiza la urgencia de suspender estos servicios para evitar tragedias y reducir la polución sonora, además de proteger la salud de los residentes.
El Departamento de Transporte de la ciudad ha indicado que estos aparatos, en muchas ocasiones, pertenecen a compañías que ofrecen traslados exprés a destinos turísticos o a barrios exclusivos. La Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés) ha publicado informes donde advierte la necesidad de regular intensamente este tipo de transporte. Fuentes públicas como la Junta Nacional de Seguridad del Transporte (NTSB) muestran registros de incidentes relacionados con helicópteros en áreas densas, lo que da pie a debates sobre la pertinencia de mantener dichos vuelos en zonas urbanas.
Stop the Chop compara la proliferación de helicópteros con la popularidad de las llamadas aplicaciones de taxis aéreos, opción que ha crecido sin apenas supervisión, impulsada por pasajeros que buscan evitar el tráfico terrestre. Dirigentes municipales, como Brad Hoylman-Signal y Chris Marte, se han alineado con este reclamo, proponiendo restricciones más duras y exigiendo al gobierno local una respuesta efectiva. Mientras tanto, el alcalde Eric Adams se mantiene reacio a prohibir tales servicios, argumentando que el turismo y la economía también son asuntos de consideración.
Algunos economistas independientes consultados sostienen que el impacto económico de los vuelos turísticos resulta mínimo en relación con el flujo global de visitantes. Analistas como el Centro de Estudios Urbanos de Nueva York señalan que, aunque las compañías operadoras generan puestos de trabajo y pagan impuestos, los riesgos y las emisiones contaminantes podrían sobrepasar los beneficios. La mayoría de los residentes que están a favor de la prohibición creen que existen alternativas menos invasivas para disfrutar la vista de la Gran Manzana, mientras se protege el bienestar de sus habitantes.
El debate se perfila tenso en los próximos meses. Colectivos vecinales y representantes de la salud ambiental seguirán impulsando propuestas de ley, convencidos de que la ciudad podría invertir en métodos de transporte más sostenibles. En palabras de varios activistas, la idea es defender el sosiego de la urbe y propiciar un turismo responsable, sin sacrificar la seguridad ni agravar la contaminación.