La mañana arrancó con sirenas y un sol punzante sobre la Calle Ancha, pero lo que más se sintió fue el firme paso del alcalde Santiago Riverón y la Policía Municipal. El operativo buscaba recuperar las aceras tomadas por el comercio ambulante haitiano y devolverle al peatón el espacio que le pertenece.
Según reseña CDN, las autoridades inspeccionaron las calles Gastón Fernando Deligne, Capotillo y el entorno de los mercados de vegetales y fronterizo, retirando decenas de puestos improvisados que bloqueaban la circulación y generaban desorden. El propio Riverón, megáfono en mano, recordó que existe un espacio formal el mercado binacional donde todo vendedor, dominicano o haitiano, puede operar sin trabas, siempre que respete las normas.
El trasfondo económico explica la presión sobre las aceras. Cada lunes y viernes, el mercado binacional de Dajabón mueve más de RD$ 400 millones en mercancías, convirtiéndose en la principal fuente de ingresos de la zona fronteriza. Son cifras que el mismo alcalde destacó en marzo y que, pese a la crisis haitiana, se mantienen estables gracias al flujo de pequeños comerciantes de ambos lados de la línea divisoria.
Pero no todo es negocio la ocupación de espacios públicos ha disparado quejas por inseguridad y basura. El ayuntamiento, respaldado por el Gobierno central, tiene sobre la mesa un plan de ordenamiento que incluye la remodelación de los mercados y la creación de pabellones techados para rubros específicos, desde verduras hasta ropa usada. Ese proyecto forma parte de la estrategia nacional para dignificar los intercambios fronterizos y ya ha recibido financiamiento inicial de la Presidencia de la República.
Los operativos no son nuevos. La semana pasada, unidades mixtas de la Policía Municipal y la Dirección General de Migración desalojaron puestos informales cerca del puente fronterizo, argumentando riesgos para la seguridad vial y la salubridad. Riverón insiste en que “no se trata de cerrar oportunidades, sino de organizar el caos”, una línea que retoma la preocupación ciudadana por el libre tránsito y la convivencia pacífica.
En la práctica, el ayuntamiento otorga a los vendedores reubicados un plazo de gracia para instalarse dentro del mercado. Quienes reincidan en ocupar las aceras podrían enfrentar multas o la incautación de mercancía. La medida, aunque impopular entre parte de los comerciantes haitianos, ha recibido respaldo de juntas de vecinos y transportistas locales que hace tiempo piden orden en las vías más transitadas.
Con la frontera aún convulsa y Haití lidiando con su propia crisis política, Dajabón camina sobre una cuerda floja necesita el comercio haitiano para sostener su economía, pero también quiere garantizar movilidad, limpieza y seguridad. Por ahora, la apuesta municipal es clara aceras libres, un mercado fortalecido y reglas iguales para todos. Solo el tiempo dirá si la estrategia logra el delicado equilibrio entre desarrollo económico y orden urbano que la ciudad reclama.