En medio de rezos, banderas tibetanas y miles de lámparas de mantequilla encendidas en McLeod Ganj, India, el XIV Dalai Lama arrancó las festividades por su nonagésimo cumpleaños con un anuncio que sacudió al budismo tibetano habrá un proceso formal público y documentado para elegir a quien continúe su linaje espiritual.
Según despachos de la agencia EFE, el líder declaró que “dedicará el resto de su vida al bienestar de los demás” y que la sucesión dejará de depender exclusivamente de señales místicas interpretadas tras su muerte; ahora intervendrán la Fundación Gaden Phodrang, altos lamas y una consulta abierta a la diáspora tibetana.
Un viraje histórico
El Dalai Lama había deslizado la idea en sus memorias de marzo, pero ayer la hizo oficial. Analistas ven la jugada como un cortafuegos político Beijing insiste en que el próximo Dalai Lama debe nacer dentro de China y recibir su aval, un requisito que el propio líder califica de “incoherente en un Estado ateo”. Al transparentar el proceso y contemplar la posibilidad de que el sucesor nazca fuera del Tíbet, refuerza la legitimidad religiosa y complica cualquier intento de Pekín de imponer un “Dalai Lama alterno”.
Las piezas geopolíticas en juego
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China mantiene su derecho imperial a aprobar la reencarnación mediante el ritual de la “urna dorada”.
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India, anfitriona de 95 000 exiliados tibetanos, observa con prudencia: no quiere tensar la frontera himalaya, pero tampoco ceder influencia.
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Estados Unidos renovó en 2024 su ley de apoyo a la libertad religiosa tibetana y advierte con sanciones a quienes interfieran en la sucesión.
Este tablero explica por qué la comunidad budista habla de la “reencarnación más politizada del siglo”.
Implicaciones espirituales y sociales
Para los fieles, el anuncio abre la puerta a nuevas formas de liderazgo el Dalai Lama ha sugerido que su sucesor podría ser mujer y que, si el consenso lo exige, incluso podría ser designado en vida. De concretarse, sería una ruptura con seis siglos de tradición pero también una señal de adaptación frente a un siglo XXI hiperconectado.
¿Qué sigue?
Las celebraciones se extenderán hasta el 6 de julio fecha exacta del natalicio y luego arrancará un “año jubilar” de eventos culturales y foros interreligiosos. Entre bambúes y banderas de oración, los tibetanos en el exilio ya hablan de “la década de la transición” un periodo en el que la voz del Dalai Lama seguirá marcando el rumbo, pero también se ensayará una nueva institucionalidad que trascienda su figura.
Si algo dejó claro el monje de la túnica azafrán es que pretende marcharse dejando la casa ordenada. Y, de paso, demostrar que la fe y la política le pese a quien le pese en Beijing no se manejan a golpe de decreto.