El cielo de Zambales retumbó este domingo cuando baterías antiaéreas filipinas y estadounidenses derribaron blancos simulados como parte de las maniobras “Balikatan 2025”, el mayor ejercicio combinado que ambos aliados han organizado hasta la fecha. El disparo un demo de “interoperabilidad” que busca mostrar que los radares filipinos pueden ceder el control de un blanco a los lanzadores norteamericanos en cuestión de segundos confirmó que la alianza mutua de defensa ya no es sólo papel y ceremonias militares.
Según EFE, los misiles tierra-aire salieron de la base naval de San Antonio, a unos 150 km al norte de Manila, donde 14 000 soldados 9 000 de EE.UU. y 5 000 filipinos se reparten en varios frentes del archipiélago hasta el 9 de mayo. La escena, descrita por oficiales como “un ensayo general” de la defensa aérea nacional, incluyó derribos de drones y la coordinación en tiempo real con la fuerza aérea local.
Los números coinciden con los datos divulgados por Reuters, que califica esta 40.ª edición de Balikatan como “una prueba de batalla completa” y destaca la presencia de lanzadores NMESIS antibuque y cohetes HIMARS, capaces de golpear objetivos a más de 70 km mar adentro.
En la línea de costa, los marines estadounidenses instalaron por primera vez un sistema de misiles en la isla de Batán a tiro de piedra de Taiwán mientras artilleros filipinos practicaban la neutralización de “amenazas aéreas hostiles” con munición real. Para los comandantes locales, el mensaje es claro: “el mar de Filipinas ya no es campo libre para nadie”.
Pekín no tardó en responder. El Ejército Popular de Liberación acusó a Manila de “provocar” con unos ejercicios que a su juicio apuntan directamente contra China y advirtió de “consecuencias” si afectan sus intereses. El diario South China Morning Post citó a la guardia costera china recordando que “toda cooperación militar debe evitar perjudicar a terceros países”.
Las advertencias llegan apenas horas después de que uniformados chinos clavaran una bandera roja en Cayo Sandy, un banco de arena a pocos kilómetros de la base filipina de Thitu. El Financial Times subraya que es la primera vez en una década que Pekín proclama soberanía formal sobre un accidente geográfico tan cercano a posiciones de Manila, lo que dispara el temor a que lo rellenen y lo conviertan en otro puesto militar.
Cayo Sandy o Tiexian Jiao para China podría generar su propio mar territorial, solapándose con la zona económica exclusiva filipina y complicando aún más un tablero donde ya convergen reclamos de Vietnam y Malasia. El fallo arbitral de La Haya de 2016 negó validez a la “línea de nueve trazos” china, pero Beijing insiste en su postura y respalda sus palabras con patrullas armadas.
Washington, por su parte, recordó que el Tratado de Defensa Mutua de 1951 cubre “ataques a fuerzas, aeronaves o buques filipinos en cualquier parte del mar de China Meridional”, una línea roja reafirmada en múltiples comunicados del Departamento de Estado y el Pentágono.
Sin embargo, juristas como los de la Universidad de Cambridge matizan que la aplicación automática del tratado aún genera debate, pues en la década de 1970 la propia Casa Blanca interpretó que los arrecifes en disputa quedaban fuera del paraguas defensivo. Esa ambigüedad dicen es parte del juego estratégico que Washington mantiene para disuadir sin prometer una confrontación frontal.
En el terreno, la tropa sigue a lo suyo: “la idea es que cualquier piloto hostil que cruce este cielo se encuentre con una cortina de fuego”, comentaba un artillero filipino mientras ajustaba los parámetros de su lanzador. Y aunque en Manila el sol pega duro, la brisa que viene del mar trae un rumor cada vez más claro: en esta esquina del Pacífico, nadie quiere disparar el primer tiro, pero todos se preparan para no ser los últimos en responder.