El lunes arrancó con una bofetada petrolera: OPEP+ subirá la producción en 411,000 barriles diarios desde el 1 de junio y el WTI se hundió 2 %, cerrando en US$ 57.13mínimo de cuatro años. La manguera de crudo barato arrastró al S&P 500 (-0.6 %), al Dow (-0.2 %) y al Nasdaq (-0.7 %), cortando una racha de nueve sesiones alcistas.
Detrás del titular hay tres lecturas:
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Energéticas a la baja – Exxon Mobil cayó 2.8 % porque por debajo de US$ 60 muchos pozos shale dejan de ser negocio.
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Inflación con anestesia – Menos gasolina abarata fletes y alimentos, algo que los bancos centrales agradecerán siempre que el choque no arrase con la inversión petrolera y cree un rebote de precios meses después.
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RD con viento de cola – Nosotros importamos cerca de 140,000 barriles diarios. Cada dólar menos en el barril es un alivio directo para la factura energética y el déficit de cuenta corriente.
Ahora, no todo es color de rosa. El derrumbe del crudo se produce en un entorno de “shock arancelario” made in USA y de desaceleración manufacturera global. Si el precio refleja menor demanda mundial, el turismo nuestra mina de oro podría resentirse en otoño.