Elecciones Corea del Sur votación tras destitución de Yoon

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Los colegios electorales abrieron a las seis de la mañana, hora de Seúl, y desde temprano se formaron filas para un sufragio que definirá al sustituto inmediato de Yoon Suk-yeol, destituido por su intentona de ley marcial hace apenas seis meses. Con 14 295 centros habilitados en todo el país, la Comisión Electoral Nacional (NEC) calcula que para la medianoche ya se conocerá al vencedor y que, en cuestión de horas, el nuevo mandatario jurará el cargo sin período de transición.

Según la agencia EFE, tres horas después de iniciada la jornada el 9,2 % del padrón unos 4,09 millones de electores había depositado su papeleta, un ritmo superior al de la presidencial de 2022 pero levemente por debajo del registrado en 2017.

La participación preliminar refuerza la tendencia mostrada durante la votación anticipada del jueves y viernes pasados, cuando el 34,74 % del electorado emitió su sufragio, la cifra más alta desde que Corea del Sur estrenó el voto adelantado en 2014. El dato se quedó a dos puntos del récord de 36,93 % fijado antes de los comicios de 2022, pero marca un “apetito de cambio” en medio de la crisis, apunta un análisis de Reuters que también subraya la rebaja del Banco de Corea en su proyección de crecimiento para 2025 de 1,5 % a 0,8 % como telón de fondo económico.

El choque principal enfrenta a Lee Jae-myung, del liberal Partido Democrático (PD), y a Kim Moon-soo, heredero político de Yoon en el conservador Partido del Poder del Pueblo (PPP). Las últimas encuestas antes del periodo de silencio otorgaban a Lee un 49 % de intención de voto frente al 37 % de Kim, mientras que Lee Jun-seok, del minoritario Partido de Nueva Reforma, aparecía con alrededor de un 10 %. La campaña de Kim, que nunca condenó abiertamente la fallida ley marcial, apostó a capitalizar los procesos judiciales que pesan sobre su rival; sin embargo, no logró convencer al otro Lee de abandonar la carrera para unificar el voto conservador.

La sombra de la insurrección fallida sigue presente Yoon declaró el estado de excepción el pasado diciembre, evocando los regímenes militares de los años ochenta. El Parlamento, dominado por la oposición, revocó la medida seis horas después. El Tribunal Constitucional ratificó la destitución el 4 de abril, un desenlace que recuerda la caída de Park Geun-hye en 2017, cuando la misma corte removió a la mandataria por un escándalo de corrupción. En ambos casos, la Constitución obligó a convocar elecciones en un máximo de 60 días.

El descalabro político también ha tensado la economía el won ha mostrado volatilidad y las calificadoras vigilan la reforma fiscal que el país pospuso hasta conocer al nuevo presidente. Lee Jae-myung propone crear un Ministerio de Clima y Energía y fusionar el de Igualdad de Género para “modernizar la burocracia” iniciativas que buscan el voto juvenil, mientras que Kim promete disciplina presupuestaria y mano dura frente a Corea del Norte.

Sobre la mesa planea un desafío inmediato: la presidencia empezará a ejercer en cuanto la NEC proclame los resultados, sin el tradicional periodo de traspaso. Fuentes de la Casa Azul interina adelantan que la ceremonia de investidura se celebraría el mismo miércoles en un formato austero. Las prioridades, coinciden observadores, serán recomponer la confianza en las instituciones y evitar que el fantasma de la ley marcial fracture aún más una sociedad ya polarizada.

Cuando se cierren los colegios a las ocho de la noche y empiece el conteo, la atención se centrará en la región de la capital donde vive la mitad de la población y en las provincias industriales del sureste, bastión conservador. Si los sondeos aciertan, la oposición progresista podría retornar al poder por primera vez desde 2022 y encarar el reto de gobernar con un Parlamento dividido.

En cualquier escenario, la jornada de hoy quedará como test para la democracia surcoreana un país que ya vivió la destitución de dos presidentes en menos de una década intenta, de nuevo, pasar página con las urnas.

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