A sus 23 primaveras, Elly De La Cruz volvió a prender la chispa del Great American Ball Park con un batazo que no solo cayó detrás de la cerca, sino que lo acomodó entre los fenómenos más explosivos que ha visto el béisbol moderno 50 cuadrangulares y 100 bases robadas antes de soplar las 24 velitas.
Según la revista People, el tablazo llegó cargado de emoción; el torpedero dedicó la conexión a su hermana Genelis, fallecida un día antes, pintando “RIP Manita” en sus spikes y señalando al cielo al pisar el plato. El gesto describió mejor que cualquier estadística el temple de un jugador que parece inmunizado contra la presión.
Aunque el hito grita juventud, la lista de quienes lo habían logrado es corta y legendaria Mike Trout, Álex Rodríguez, César Cedeño y Vada Pinson. Con “La Cocoa”, la hermandad se expande a cinco nombres, dos de ellos dominicanos, reforzando la narrativa de poder-velocidad que históricamente ha salido del Caribe hacia las Grandes Ligas.
Las comparaciones ayudan a dimensionar el suceso. Trout necesitó 460 juegos para llegar a su jonrón 50; De La Cruz lo hizo en 371. Rodríguez y Cedeño también tardaron más, mientras que Pinson alcanzó la marca en una época donde robar sobre cien almohadillas antes de los 24 era casi ciencia ficción. Los datos de MLB.com añaden otro matiz el campocorto de los Rojos es ya el único jugador desde 1900 con al menos 100 extrabases y 100 estafadas en sus primeras dos campañas completas.
Ese ritmo combinó el rayo en las piernas con un swing cada vez más pulido. Después de liderar la liga en robos (67) en 2024, el quisqueyano ajustó su ángulo de salida y empezó 2025 con una tasa de contacto duro que supera en ocho puntos porcentuales su registro como novato, según Baseball Savant. El resultado: más líneas que despegan a 110 mph y un OBP que ronda los .375, antídoto perfecto contra quienes solo veían un atleta sin disciplina en la caja.
El contexto de la era potencia-velocidad también tiene otro protagonista reciente Shohei Ohtani reescribió la historia en 2024 con su temporada 50-50, pero lo hizo con 30 años sobre la cédula. Que De La Cruz esté coqueteando con un 30-60 cuando todavía paga menú de “early bird” subraya la magnitud de lo que viene.
Para Cincinnati, la ecuación es simple un joven que pisa bases como Eric Davis y castiga pelotas como Adam Dunn inclina la balanza de cualquier franquicia en reconstrucción. La directiva ya estudia una extensión a largo plazo que evite un escenario “Juan Soto 2.0” en 2027. Y en República Dominicana, su ascenso refresca la conversación sobre la nueva cara del patio tras la salida de Robinson Canó del foco mediático.
En definitiva, Elly De La Cruz no solo cruzó otra línea estadística; encendió el debate sobre hasta dónde puede llegar la mezcla más pura de velocidad y poder que ha producido el béisbol dominicano en la última década. Si la salud lo acompaña, es cuestión de tiempo para que ese club tan exclusivo necesite agregar una sala VIP solo para él.