Estados Unidos revoca visas a estudiantes chinos por temor a espionaje

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La Casa Blanca ha dado luz verde a un nuevo paquete de restricciones migratorias que apunta directamente a miles de estudiantes y becarios chinos inscritos en universidades estadounidenses, con el argumento de que una fracción de ellos estaría sirviendo de puente para la transferencia ilícita de tecnología sensible hacia Beijing.

Según la agencia AP, la vocera del Departamento de Estado subrayó que la iniciativa «pone a Estados Unidos primero» y se aplicará “tan pronto como los expedientes de los solicitantes sean revisados caso por caso”, un proceso que ya está en marcha.

Los números ilustran la magnitud del impacto potencial en el año académico 2023-2024, 277 398 estudiantes de la República Popular China cursaban estudios superiores en EE. UU., lo que convierte a ese país en la segunda fuente de alumnado internacional, apenas por detrás de India, de acuerdo con el informe Open Doors 2024.

Funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional, citados por The Washington Times, aseguran que el nuevo operativo podría alcanzar a «hasta 270 000 estudiantes», sobre todo en programas de posgrado en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) vinculados a la llamada estrategia de “fusión civil-militar” del Partido Comunista Chino.

¿Por qué ahora?

  1. Precedentes recientes. Ya en 2020, la Proclamación 10043 había llevado a la cancelación de más de mil visas a estudiantes sospechosos de lazos con el Ejército Popular de Liberación. Aquella medida se consideró “quirúrgica”, pero abrió la puerta a controles más amplios.

  2. Escalada tecnológica. Desde la inteligencia artificial hasta la fotónica cuántica, los campus estadounidenses generan patentes cruciales para la defensa y la vigilancia. Para Washington, el riesgo de fuga de conocimiento “creció exponencialmente” en la última década, en paralelo con los objetivos militares chinos.

  3. Cambio de talante político. El endurecimiento encaja con la línea dura que el Partido Republicano ha vuelto a exhibir en este ciclo electoral contener a China se vende como política de seguridad y, a la vez, como promesa de protección del empleo y la innovación locales.

Consecuencias inmediatas y a mediano plazo

Actor afectado Posible efecto Riesgo/beneficio clave
Universidades Pérdida de matrícula internacional y de hasta US $13 000 millones en ingresos anuales Menor financiamiento para laboratorios de punta
Estudiantes chinos Incertidumbre financiera y académica, posibles deportaciones Desvío de talento hacia Canadá, Reino Unido o Australia
Sector privado de EE. UU. Menos mano de obra cualificada en investigación Mayor presión para formar talento doméstico
Relación bilateral Más tensiones diplomáticas y represalias recíprocas Refuerzo de narrativas nacionalistas en ambos países
  • Revisión continua de visas. El Departamento de Estado advirtió que el escrutinio “no será un trámite único”, sino un proceso permanente; incluso estudiantes ya matriculados podrían perder el estatus si surgen sospechas nuevas.

  • Respuesta de Beijing. El Ministerio de Exteriores chino calificó la movida de “discriminatoria” y “políticamente motivada”. Voceros en Pekín evalúan medidas espejo que podrían afectar a académicos y empresas estadounidenses instaladas en China.

  • Dilema académico. Varios rectores, incluidos los de universidades de la Ivy League, alertan de que los recortes debilitarán la investigación colaborativa que ha generado avances en salud pública, inteligencia artificial y energía limpia.

Lectura crítica

Aunque la narrativa oficial se centra en la seguridad, críticos estadounidenses señalan que menos del 2 % de los estudiantes chinos ha sido formalmente vinculado a actividades de espionaje. El resto afirman “paga justos por pecadores”. Sin embargo, la línea entre cooperación y competencia se ha difuminado la misma red de intercambios que impulsó la globalización académica ahora se ve como un vector de riesgo estratégico.

En ese contexto, Washington apuesta a cerrar la puerta antes de que la tecnología salga por la ventana. Resta saber si el coste para la ciencia y para la reputación de apertura de las universidades estadounidenses no terminará siendo, a la larga, más caro que el beneficio inmediato de blindar secretos industriales.

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