La última derrota 9-4 frente a los White Sox no solo empeoró la marca colectiva, sino que dejó otra vez al dominicano Juan Soto sin hit en cuatro turnos, extendiendo a 0-de-16 su racha de impotencia ofensiva. Los abucheos en Citi Field, escaso de público por el horario adelantado, reflejan el nerviosismo de una afición que esperaba un impacto inmediato del contrato récord de 765 millones de dólares.
Según la crónica original de la jornada, la primera campaña del jardinero con los Mets arrancó con un promedio de .224, apenas ocho jonrones y 25 remolcadas en 55 juegos; números que se alejan 61 puntos de su línea vitalicia al iniciar 2025. Su último cuadrangular llegó el 9 de mayo y, desde entonces, el swing luce desconectado pese a ajustes mecánicos visibles.
Ese bajón contrasta con la versión que el año pasado sacudió el Bronx 41 vuelacercas, 109 empujadas y un OPS de .989. Hoy, la realidad es fría apenas siete hits en sus últimos 59 turnos (.119) y un promedio irrisorio de .130 con corredores en posición anotadora. Aun así, Statcast indica que el toletero se mantiene en el percentil 90 de calidad de contacto, con velocidad de salida promedio de 93.9 mph y 56 % de bolas bateadas duro, cifras que apuntan a un rendimiento subyacente mucho mejor de lo que dicta el tablero.
La ansiedad colectiva se magnifica por el contexto Nueva York marcha con 34-22, a dos juegos de unos Filis encendidos, y carga la segunda nómina más cara de MLB (US$ 256 millones en salarios activos, US$ 324 millones ajustados), margen que deja poco espacio para la paciencia. Si los bates grandes no producen al ritmo esperado, la presión fiscal y mediática se multiplica.
No todo es mala suerte. Los mismos datos avanzados revelan una caída en su velocidad de bate del percentil 94 al 73 respecto a 2024, un indicio de que el timing o quizá la fatiga temprana juega un papel relevante. De hecho, tres de los outs del martes salieron disparados a más de 99 mph, sin premio; un retrato de la frustración que acompaña al quisqueyano.
Voces externas también invitan a bajar las expectativas. El miembro del Salón de la Fama David Ortiz apuntó esta semana que “nadie firmó a Soto para romper los récords de Barry Bonds sino para producir una línea de 30-100 con alto OBP”, y calificó de “injusta” la comparación constante con leyendas históricas. El Big Papi insiste en que el patrullero fue un producto perfecto de la agencia libre edad ideal, representante astuto y un dueño (Steve Cohen) decidido a reescribir la chequera.
Carlos Mendoza no se cansa de defender a su cuarto bate “La base está más firme; el ajuste en la parte inferior del cuerpo ya se nota. El verdadero Juan Soto llegará”, repite el capataz. El calendario, curiosamente, le da la razón a corto plazo los Mets recibirán a los colistas Rockies este fin de semana, un pitcheo que concede la mayor cantidad de cuadrangulares en la Liga Nacional.
Para el pelotero, recuperar el ritmo antes del clásico de Subway Series a mediados de junio es crucial. Una explosión ofensiva no solo disiparía los murmullos en el dugout, sino que aliviaría a una alineación que, salvo Pete Alonso, lleva semanas navegando a medias. Más allá del porcentaje de bateo, la mirada de los analistas se posa sobre el OPS esperado (xwOBA .424) y el elevado diferencial entre resultados y proyecciones la estadística sugiere que, de mantener su calidad de contacto, el dominicano debería producir como un bateador top-15 de MLB.
En un vestuario que todavía recuerda cómo Bryce Harper rebotó de un slump similar en 2018 para terminar como MVP un par de años después, la fe sigue intacta. Lo apremiante para Nueva York es que la narrativa cambie pronto con una división apretada y una franquicia que invierte a la escala de un imperio, cada turno sin hit es una gota de gasolina sobre el fuego mediático.
Por ahora, el mensaje es claro los números subyacentes respaldan al bateador, pero el público y el impuesto de lujo solo entiende de hits que caen y carreras que suben. La próxima serie en Queens dirá si esta historia vira a la redención o a la crisis prolongada.