Femicidio de Martina Carbonaro sacude Italia

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Afragola, Nápoles. El asesinato de Martina Carbonaro, de apenas 14 años, ha puesto otra vez en primer plano la violencia de género que asfixia a Italia. La menor desapareció el lunes por la noche cuando salió a tomar un helado; dos días después la hallaron sin vida, escondida bajo escombros en un piso abandonado. El exnovio, Alessio Tucci (18), confesó que la mató a pedradas porque ella había terminado la relación.

Según el Grupo de Diarios América (GDA), el departamento donde la encontraron era su antiguo “refugio de amor” allí se citaron tras coincidir en la heladería. Martina hija única y estudiante aplicada llevaba dos años sufriendo los celos obsesivos de Tucci. Amigos del colegio recuerdan que él no soportaba que otros chicos la miraran.

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¿Cuántos femicidios van?

Las cifras oficiales son inquietantes y, además, dispares. El servicio de noticias ANSA contabiliza al menos 16 femicidios entre enero y mayo de 2025; organizaciones civiles elevan el número porque incluyen asesinatos aún bajo investigación. La tendencia, en cualquier caso, supera la del año pasado y revela que las medidas de emergencia aprobadas en marzo apenas han frenado la sangría.

Raíces del problema

No se trata solo de estadísticas un estudio de Save the Children publicado en 2024 mostró que más del 60 % de las adolescentes italianas ha sufrido violencia psicológica, verbal o digital al menos una vez, y casi el 40 % ha sido controlada por su pareja (ropa, teléfono, amistades). Los expertos apuntan a la falta de educación afectiva en las escuelas y a una cultura de posesión que se inculca desde edades tempranas.

La primera ministra Giorgia Meloni reaccionó de inmediato en X “Martina tenía toda la vida por delante. Le arrebataron sus sueños con una violencia que deja sin aliento”. La mandataria admitió que “las leyes no bastan sin un cambio cultural profundo” y pidió a la justicia “máxima severidad”.

  1. Aplicar la ley con rigor. Los jueces italianos disponen desde marzo de una figura penal específica de femicidio que agiliza los procesos y endurece las condenas. La familia de Martina exige cadena perpetua.

  2. Educación afectiva obligatoria. Italia sigue sin incluir formalmente la educación sexual y de relaciones sanas en el currículo escolar. Varios colectivos reclaman que se haga antes de que acabe el año.

  3. Programas para agresores. El proyecto ViVa del CNR ha identificado más de 70 centros de reeducación para hombres violentos, pero su cobertura sigue siendo marginal.

  4. Tecnología al servicio de la prevención. Start-ups locales prueban apps de alerta geolocalizada y botones de pánico integrados en redes sociales populares entre adolescentes.

El caso Carbonaro estremece porque desmonta el mito de que la violencia machista es un asunto “de adultos”. Adolescentes como Martina viven la misma espiral de control y agresión que muchas mujeres mayores, pero con menos recursos para detectarla y denunciarla. Mientras la sociedad italiana debate si van 16 o 30 muertes en el año, cada nuevo nombre recuerda que los números son personas vidas truncadas por una masculinidad tóxica que aún se tolera en demasiados hogares y aulas.

El reto, advierten sociólogos y activistas, es doble sancionar con firmeza y, sobre todo, enseñar a los chicos que amar no es poseer. Solo así subrayan se honrará la memoria de Martina y de todas las que la precedieron.

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