Tres futbolistas del Terrassa FC Gil Muntadas, Aythami Perera y el portero Marcos Pérez dejaron a un lado la comodidad de la vista y se lanzaron a la cancha con los ojos cubiertos por antifaces y balones con cascabeles. La iniciativa, organizada junto a la ONCE de Terrassa, buscó que los profesionales palparan la realidad de miles de deportistas con discapacidad visual y, de paso, recordar al público lo mucho que queda por hacer para que el deporte sea verdaderamente inclusivo.
Según detalla la agencia EFE, el director local de la ONCE, José Juan Rodríguez, subrayó que este tipo de vivencias acelera la adaptación de las personas ciegas porque les permite “sentirse realizadas en algo que les apasiona”. Para los jugadores, la lección fue inmediata la mayoría de sus pases terminaron fuera de destino y los penaltis, por las nubes.
El ejercicio estuvo dirigido por Xavi González, seleccionador español de fútbol sala adaptado B2 y B3, quien replicó las condiciones de las tres categorías de este deporte (B1, B2 y B3). Las gafas especiales redujeron el campo visual primero; luego llegó el antifaz opaco, el silencio absoluto en las gradas y la figura del guía gritando referencias al lanzador, tal y como exige el reglamento del fútbol-5 adaptado.
“Es como jugar en una oscuridad densa donde solo manda el oído”, comentó Muntadas después de fallar su segundo penalti consecutivo. Perera añadió, entre risas nerviosas, que el balón “parece un fantasma sonoro” que se escapa si uno duda un segundo.
Lo vivido explica por qué España, a pesar de su tradición futbolera, sigue peleando por retomar la élite. La selección masculina de B1 acumuló su octavo oro europeo en 2019, pero en el último Mundial IBSA disputado en Birmingham (2024) tuvo que conformarse con el bronce.
El semillero, sin embargo, crece la Federación Española de Deportes para Ciegos cuenta ya con más de 1 500 licencias federativas y sus deportistas han sumado 279 medallas paralímpicas a lo largo de la historia.
Para la ONCE, estas jornadas son parte de un plan más amplio de sensibilización que combina formación, becas deportivas y encuentros abiertos al público. “El objetivo apuntó Rodríguez es romper barreras a través de la experiencia; cuando un futbolista profesional falla un pase a tres metros, cualquiera entiende el mérito de nuestros muchachos”.
En Terrassa, la primera tanda de penaltis terminó sin un solo gol, pero con un aplauso cerrado la grada, en silencio durante el juego, estalló cuando los tres visitantes se quitaron el antifaz y admitieron que la lección les cambió la mirada. Porque a veces y el fútbol para ciegos lo demuestra solo se ve de verdad cuando se apaga la luz.