Hamás liberará rehén Edan Alexander tras diálogo con EE.UU.

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El anuncio de que Hamás soltará pronto a Edan Alexander, el último rehén estadounidense-israelí vivo en Gaza, reordenó el tablero diplomático este domingo y encendió una luz por tenue que sea al final del túnel bélico.

Según la agencia EFE, el grupo islamista comunicó su decisión luego de varios intercambios directos con el Gobierno de Donald Trump, quien celebró la “buena fe” de la maniobra en su red Truth Social, mientras Catar y Egipto mantienen los hilos de la mediación.

Alexander, un muchacho de Nueva Jersey que a los 19 años se enroló como “soldado solitario” en las Fuerzas de Defensa de Israel, fue raptado el 7 de octubre de 2023 el mismo día en que las milicias de Hamás mataron a unas 1 .200 personas y secuestraron a 251. Hoy, con 21 abriles, su posible regreso no solo aliviaría a su familia: también pondría a prueba la voluntad de Hamás de avanzar hacia un alto el fuego estable.

El vicepresidente J. D. Vance igual se montó en la ola de optimismo y felicitó al enviado especial Steve Witkoff, quien volaba a la región “para recoger al muchacho, probablemente mañana”. Pero, ¿hasta dónde llega el gesto? Funcionarios israelíes insisten en que seguirán “hasta desmantelar a Hamás por completo”, aun cuando el canje suene a antesala de tregua.

Mientras tanto, la Franja sigue sangrando. El Ministerio de Salud gazatí reporta más de 52 .800 muertos y 119 .000 heridos desde el arranque de la ofensiva israelí; la mayoría son mujeres y niños, cifras que encienden cada día la indignación internacional.

En los pasillos de Washington y Jerusalén se especula con un paquete mayor Hamás amagaría con entregar restos mortales y los otros 58 secuestrados que aún detenta, a cambio de un cese de hostilidades y la reapertura completa de los pasos fronterizos. Reuters detalla que el movimiento islamista quiere “garantías tangibles” sobre entrada de ayuda humanitaria antes de fijar fecha y hora para dejar ir a Alexander.

Hacia afuera, el gesto de Hamás picotea varios frentes a la vez. Por un lado, suaviza la presión de la Casa Blanca, que desde enero sopesa reconocer de facto la autoridad administrativa del movimiento en Gaza si acelera la liberación de rehenes. Por otro, siembra dudas en el gobierno de Benjamín Netanyahu, que teme verse forzado a negociar un cese de fuego sin haber alcanzado aún sus objetivos militares.

Tanto Catar como Egipto, viejos abridores de candados en la región, redoblan llamadas para amarrar un documento de garantías. Un diplomático árabe, consultado por The Washington Post, resumió el ambiente “Si Alexander sale vivo, la puerta queda abierta para un intercambio masivo. Pero Hamás necesita una victoria simbólica, e Israel una salida honorable”.

En la calle de Gaza, sin embargo, la palabra “victoria” suena remota. La ONU calcula que nueve de cada diez habitantes han sido desplazados y que la mitad de los hospitales dejó de funcionar por falta de combustible y bombardeos. “Corre la voz de que soltarán a un americano, pero aquí seguimos peleando por un saco de harina”, se quejaba anoche un vecino de Khan Yunis vía telefónica.

Sea como sea, el próximo movimiento le toca a Hamás. Si el grupo cumple su promesa y Edan Alexander cruza la frontera con su casco y uniforme aún puestos, el mapa se moverá. Si no, quedará claro que la guerra, como dicen los viejos en el barrio, “sigue pa’ largo”.

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