Hugo Armando “El Pollo” Carvajal, ex jefe de la inteligencia militar venezolana y aliado de confianza del fallecido Hugo Chávez, admitió ante un tribunal federal de Manhattan haber conspirado durante años para inundar de cocaína el mercado estadounidense, aceptar cargamentos de armas y trabajar codo a codo con la guerrilla colombiana de las FARC. Con su declaración de culpabilidad a cuatro cargos entre ellos conspiración narcoterrorista y tráfico de cocaína– el general retirado, de 65 años, quedó expuesto a una condena que puede llegar a cadena perpetua.
Según la acusación pública presentada en la Corte del Distrito Sur de Nueva York y el más reciente comunicado del Departamento de Justicia, Carvajal aprovechó cada uno de sus cargos en la cúpula militar para convertir al llamado Cartel de Los Soles en un engranaje de escala continental que facilitó rutas aéreas y marítimas desde Venezuela hasta Centroamérica y, de ahí, a Estados Unidos.
Los fiscales sostienen que el exgeneral coordinó la salida de al menos 5,6 toneladas de cocaína en un DC-9 con matrícula estadounidense que aterrizó en México en 2006, episodio que ilustra la logística y el volumen de sus operaciones. La lectura de cargos también detalla la ayuda que prestó a las FARC entonces catalogada como organización terrorista en EE.UU.– con armas automáticas y protección territorial.
El ascenso de Carvajal se forjó en los noventa, cuando participó junto a Chávez en el fallido golpe de 1992. Ya en el poder, Chávez lo colocó al frente de la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) entre 2004-2011 y nuevamente en 2013. Desde allí, explican los fiscales, tejió nexos entre oficiales venezolanos, narcos colombianos y clanes mexicanos que terminaron por consolidar al Cartel de Los Soles como actor clave del negocio mundial de la cocaína.
Para la DEA, el objetivo del cartel era doble enriquecerse y “infligir los efectos nocivos de la droga a los consumidores estadounidenses”, estrategia que, denuncian, Carvajal ejecutó a cambio de “millones de dólares”, recurriendo a secuestros y asesinatos para proteger sus cargamentos.
La caída definitiva del exespía demoró casi una década. Tras múltiples detenciones temporales y recursos judiciales en España, fue extraditado a Nueva York en julio de 2023. Con la admisión de culpa, vuelve a escena un expediente que mantiene a más de un alto funcionario de Caracas bajo la lupa de Washington.
El impacto político es innegable la defensa de Nicolás Maduro que insiste en denunciar una “persecución imperial” recibe otro golpe mientras EE.UU. afianza su narrativa de que figuras del chavismo transformaron al Estado en un narco-aparato. Expertos consultados por Reuters advierten que la confesión de Carvajal podría desencadenar nuevas imputaciones contra cuadros medios y altos del Gobierno venezolano, ahora que el exgeneral busca cooperación para mitigar su sentencia.
La audiencia de imposición de pena quedó fijada para octubre; la fiscalía sugiere un mínimo de 50 años de cárcel, aunque el juez podría optar por la cadena perpetua, dada la gravedad de los delitos y la reiteración probada a lo largo de más de 20 años.
El expediente incluye otro nombre de peso el también general Cliver Alcalá Cordones, condenado a 260 meses por suministrar armas a las FARC. La comparación refuerza la idea de que la justicia estadounidense maneja un patrón de sentencias altas para antiguos jerarcas militares implicados en narcotráfico.
Con esta declaración de culpa, Carvajal se convierte en la figura venezolana de más alto rango en admitir su participación directa en el tráfico de cocaína a EE.UU. La DEA celebra el caso como ejemplo de “persecución implacable” contra quienes usan el poder estatal para lucrar con drogas y violencia. Habrá que ver si el resto del Cartel de Los Soles toma nota el tiempo de la impunidad parece agotarse.