Incendio en Villa González deja familias sin hogar y piden ayuda

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Las llamas que arrasaron tres viviendas de madera, block y zinc en Los Guineo de Palmar Arriba (municipio Villa González, Santiago) vuelven a poner en el centro del debate la fragilidad de cientos de hogares dominicanos ante un simple cortocircuito.

El fuego que se desató la tarde del miércoles redujo a cenizas una casa y dañó parcialmente otras dos, dejando a varias familias “en la calle” con nada más que la ropa puesta. Las unidades del Cuerpo de Bomberos de Villa González acudieron al llamado, pero los vecinos aseguran que “llegaron tarde”, situación que hoy los obliga a mendigar colchones, ropa y materiales de construcción para empezar de cero. Las autoridades, junto a la Policía Nacional, investigan el origen exacto de las chispas que provocaron la tragedia.

Aunque las estadísticas oficiales completas de 2025 se publicarán a fin de año, el Cuerpo de Bomberos del Distrito Nacional reportó 6 063 emergencias atendidas en 2024, de las cuales 337 fueron incendios en viviendas o solares una tendencia que no cede terreno y que, de acuerdo con el Ministerio de Medio Ambiente, camina de la mano con un aumento de 45 % en incendios forestales respecto al promedio de la última década.

Especialistas consultados históricamente por la prensa, como el exjefe del Cuerpo de Bomberos general Óscar Guillermo García, identifican cortocircuitos y conexiones eléctricas improvisadas entre las tres principales causas de fuegos en casas, junto a escapes de gas y malas instalaciones. Estos incidentes se agravan en zonas rurales y barrios populares donde predomina el tendido “amarrado” y los alambres reciclados, una práctica que multiplica el riesgo de sobrecargas en horas pico.

Paradójicamente, apenas 6 % de las familias dominicanas posee un seguro de vivienda que cubra incendios y desastres, pese a que el Distrito Nacional registra más de 50 siniestros al mes. Esa brecha de protección financiera golpea con fuerza a comunidades como Los Guineo: hoy, las tres familias afectadas dependen por completo de la solidaridad vecinal y de la respuesta estatal para reconstruir su techo.

Mientras los bomberos afinan el peritaje, los damnificados reclaman planes de electrificación segura, campañas de inspección de redes viejas y un programa de microcréditos que facilite la compra de breakers certificados y cables de buena calidad. Las autoridades municipales prometen gestionar ayuda, pero el tiempo apremia: cada hora a la intemperie aumenta la vulnerabilidad de adultos mayores y niños que, por ahora, duermen en casas prestadas.

La tragedia en Villa González no es un caso aislado; es un recordatorio encendido y doloroso de que la prevención eléctrica y la velocidad de respuesta siguen siendo la mejor línea de defensa para miles de dominicanos que viven “pegados a un bombillo” improvisado. Sin estos cambios, el próximo incendio puede estar a solo un chispeo de distancia.

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