Washington y Doha siguen con el pulso en alto. Esta madrugada, misiles iraníes impactaron la base aérea de Al Udeid principal enclave del Comando Central estadounidense (CENTCOM) en Oriente Medio en respuesta a la operación “Midnight Hammer”, el bombardeo de EE.UU. contra centros neurales del programa nuclear de Teherán el fin de semana.
Según la agencia EFE, la Casa Blanca mantiene un puesto de mando de crisis mientras evalúa daños y posibles bajas. Los primeros reportes apuntan a que el ataque incluyó proyectiles balísticos de medio alcance y misiles de crucero que lograron alcanzar sectores periféricos del complejo militar.
Al Udeid no es cualquier punto en el mapa alberga cerca de 10 000 efectivos y más de un centenar de aeronaves listos para operaciones en toda la región, de acuerdo con un perfil de la base recopilado por Reuters. Las sirenas de alerta también resonaron en instalaciones norteamericanas de Irak y Kuwait, replicando la sensación de vulnerabilidad que ya se vivió en 2020 cuando Teherán golpeó Al Asad y Erbil, dejando 110 soldados estadounidenses con lesiones cerebrales.
De Catar al estrecho de Ormuz el riesgo petrolero
La represalia iraní llega pocas horas después de que su Parlamento instara a cerrar el estrecho de Ormuz, paso por donde circula cerca del 20 % del petróleo que consume el planeta. La sola amenaza ha hecho que navieras y aseguradoras revisen rutas, tal como alertó la CBS en un análisis reciente sobre las consecuencias globales de bloquear ese “cuello de botella” energético.
Qatar, principal exportador de gas natural licuado, también sentiría el golpe gran parte de su producción sale por Ormuz antes de bordear la península arábiga rumbo a Asia. Cerrar el paso no solo dispararía los precios del crudo el Brent ya rebotó sobre los 90 dólares en operaciones asiáticas, sino que forzaría a clientes como China e India a buscar alternativas más costosas y lentas.
Señales de escalada y de contención
A diferencia del 2020, cuando la llamada “Operación Mártir Soleimani” buscó un impacto simbólico, esta vez Irán apunta al corazón logístico de EE.UU. en la región. Aun así, su cancillería dejó entrever que “las acciones son proporcionales” y que la “puerta diplomática sigue abierta” si Washington detiene nuevas incursiones.
Para la Administración Trump, la disyuntiva es clara responder militarmente con el riesgo de un ciclo de represalias que incluya Ormuz o redoblar la presión económica junto a sus aliados del Golfo. El asesor de Seguridad Nacional insinuó en rueda de prensa que todas las opciones “están sobre la mesa”, pero evitó confirmar movimientos de portaaviones adicionales.
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Reacción del mercado energético. Si los misiles se convierten en bloqueo marítimo, la Agencia Internacional de Energía prevé un salto de hasta 15 USD por barril en cuestión de días.
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Coordinación aliada. Reino Unido, Francia y Catar han ofrecido mediación para frenar ataques a infraestructuras críticas.
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Calendario político iraní. El Consejo Supremo de Seguridad Nacional se reúne en 48 horas; allí se definirá si el cierre de Ormuz pasa de amenaza a orden ejecutiva.
En resumen, Teherán decidió golpear donde más duele a EE.UU. sin cruzar aún la línea roja de un enfrentamiento directo y sostenido. La pelota queda en la cancha de Washington calibrar una respuesta que no empuje al Golfo a un choque total, mientras el mundo y en especial los importadores de crudo contienen la respiración.