Israel volvió a golpear en territorio iraní este sábado con un bombardeo de precisión que, de acuerdo con el Ministerio de Defensa en Jerusalén, acabó con la vida de tres altos mandos de la Guardia Revolucionaria. Teherán, por su parte, eleva la cifra a cuatro fallecidos y asegura que “habrá una respuesta proporcional”.
Entre los caídos figura Saeed Izadi, señalado como la pieza clave de la Fuerza Quds para el financiamiento y suministro de armas a Hamás. Según las autoridades israelíes, un misil de guía láser impactó el apartamento donde el comandante se alojaba en Qom, a 156 kilómetros de la capital iraní. El ministro de Defensa, Israel Katz, no escatimó palabras: “Su eliminación hace justicia a los asesinados y secuestrados el 7 de octubre”.
La operación forma parte de la ofensiva iniciada el 13 de junio, cuando la aviación israelí comenzó a destruir depósitos de misiles, centros de mando y, sobre todo, jerarcas de la estructura militar persa vinculados a milicias como Hezbolá y los hutíes. Analistas militares señalan que las aeronaves F-35 I “Adir” están realizando salidas nocturnas desde bases en el Néguev con apoyo de reabastecimiento en vuelo para penetrar la densa defensa antiaérea iraní.
Teherán confirmó los bombardeos mediante la agencia oficial IRNA y cifró en 3 500 los heridos desde que empezó la campaña israelí. El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Keyvan Khosravi, advirtió que “la paciencia estratégica tiene límites” y dejó entrever represalias contra intereses israelíes “en cualquier punto del planeta”.
La dimensión nuclear tampoco quedó fuera del tablero. El ministro de Exteriores israelí, Gideon Saar, declaró al diario alemán Bild que los ataques han retrasado “dos o tres años” la posibilidad de que Irán fabrique un arma atómica. Esa evaluación coincide, de forma parcial, con un informe del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos publicado en mayo, que señalaba que la eliminación de personal experto y la destrucción de infraestructuras críticas podían “ralentizar sensiblemente” el enriquecimiento de uranio al 90 %.
Mientras tanto, la comunidad internacional calibra los riesgos de una escalada mayor. Fuentes diplomáticas en Bruselas indicaron que la Unión Europea discute nuevas sanciones a los proveedores de drones iraníes, mientras Washington refuerza la presencia naval en el golfo Pérsico para “garantizar la libertad de navegación”. En los mercados petroleros ya se notó la tensión el barril de Brent superó los 95 dólares tras conocerse la muerte de Izadi y sus dos colegas.
Para los analistas consultados, el golpe israelí persigue un doble objetivo: desmontar la logística que alimenta a las milicias aliadas de Teherán y enviar la señal de que las instalaciones nucleares tampoco están fuera de alcance. Sin embargo, advierten que cada acción quirúrgica aumenta la presión sobre el liderazgo iraní y eleva el riesgo de que la confrontación se extienda más allá de Siria, Líbano o Gaza.
Por ahora, la balanza se inclina del lado de la superioridad aérea y de inteligencia israelí, pero la capacidad iraní de responder a través de grupos interpuestos sigue intacta. En otras palabras, el duelo estratégico entre ambos rivales aún está lejos de resolverse, y el resultado como casi siempre en Medio Oriente dependerá tanto de los misiles lanzados como del pulso diplomático que logren tejer las potencias involucradas.