Matthew Perry llevaba años batallando contra las adicciones, pero esta vez un doctor que se suponía debía velar por su salud terminó empujándolo al abismo. El galeno Salvador Plasencia se declaró culpable de haberle entregado varias dosis de ketamina sin receta válida en las semanas previas a la muerte del querido actor de Friends.

Según la agencia AP, Plasencia, de 43 años y dueño de una clínica en Calabasas, aceptó cuatro cargos federales por distribución indebida de ketamina, un anestésico disociativo que en dosis altas provoca efectos psicodélicos. El acuerdo lo expone a una condena máxima de 40 años de prisión y una multa de hasta US$2 millones.
Los fiscales detallan que el médico llevó hasta el domicilio de Perry 20 viales, pastillas parcialmente usadas y varias jeringas entre septiembre y octubre de 2023. No existe constancia de tratamiento alguno: no había registro médico ni supervisión profesional, un requisito básico para cualquier uso aprobado de ketamina.
El caso pone de relieve un problema que viene creciendo. Datos recientes de la DEA muestran que el despacho de ketamina a pacientes casi se duplicó entre 2020 y 2022, mientras las administraciones de esketamina (la versión de marca Spravato) ya superan a la ketamina tradicional en entornos clínicos. Esa expansión abre la puerta tanto a tratamientos legítimos para depresión resistente como a desvíos peligrosos hacia el mercado recreativo.
La FDA, de hecho, lanzó en 2023 una advertencia puntual la ketamina no está aprobada para trastornos psiquiátricos y su uso “casero” vía pastillas, gotas o nasal conlleva riesgos graves, desde episodios psicóticos hasta sobredosis. Sólo el aerosol de esketamina cuenta con aval regulatorio, y desde febrero de este año incluso puede recetarse sin acompañar a otro antidepresivo, siempre bajo estricta supervisión médica.
Para los expertos, el caso Perry evidencia fallas en los controles sobre clínicas privadas que ofrecen “terapias de bienestar” con ketamina sin respaldo científico sólido. “Una cosa es un protocolo hospitalario, y otra muy distinta es entregar viales en un estacionamiento”, comenta un psiquiatra consultado. La DEA incluyó la ketamina en su Drug Threat Assessment 2025 como sustancia de “potencial desvío clínico”, señalando la urgencia de reforzar la trazabilidad de cada frasco.
Todavía no hay fecha fijada para la sentencia de Plasencia, pero el juicio sienta un precedente cualquier profesional que suministre ketamina fuera de los parámetros médicos establecidos se arriesga a cargos penales severos. Para los familiares y millones de fanáticos de Matthew Perry, la admisión de culpa es un paso mínimo hacia la justicia; para la comunidad sanitaria, un recordatorio de que la línea entre innovación terapéutica y abuso puede ser tan delgada como una aguja hipodérmica.