La Brecha Laboral que Remueve los Cimientos del Empleo Entre Vacantes sin Cubrir y Falta de Habilidades

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El mercado laboral muestra señales de agotamiento después de una etapa en la que la afiliación a la Seguridad Social alcanzó más de 21 millones de personas y el desempleo regresó a un nivel parecido al que tenía antes de la pasada crisis financiera. Aunque estas cifras parecen esperanzadoras, el panorama se ensombrece cuando las empresas reconocen que muchas de sus vacantes quedan abiertas por falta de perfiles adecuados. Este desajuste, que no se limita a puestos altamente cualificados, genera inquietud entre los analistas y los responsables de recursos humanos, quienes subrayan la urgencia de actuar a tiempo para equilibrar la balanza entre oferta y demanda de talento.


Tal como informa eleconomista, en un artículo firmado por Noelia Casado, el índice de desempleados por cada vacante ha disminuido recientemente pero aún se mantiene en niveles demasiado elevados para un mercado que, en teoría, ha recuperado el paso tras la pandemia. Este dato refleja un nuevo tipo de desafío: por un lado, se reducen las filas de personas sin trabajo, y por otro, surgen sectores con gran necesidad de mano de obra especializada que no logran cubrir los puestos ofrecidos.

Para situar la situación en un contexto más amplio, vale la pena revisar las cifras que suministra Eurostat sobre la Unión Europea. La tasa de vacantes promedio en la región supera el 2,5% y, aunque España se encuentra por debajo de esa media, el continuo desajuste entre los perfiles profesionales y las necesidades específicas de las empresas amenaza con agrandar la brecha. El estudio difundido por el Banco de España y las encuestas de varias patronales confirman que áreas como la agricultura, la hostelería y la construcción se topan con inconvenientes constantes para atraer personal, lo cual se hace notar en su capacidad de producción y crecimiento.


Algunos sectores como el sanitario o los servicios de información y comunicación, según los últimos reportes divulgados en la prensa especializada, continúan incrementando sus ofertas de empleo. Sin embargo, quienes buscan trabajo a menudo no cuentan con la formación o la experiencia que se exige. Muchos economistas insisten en la necesidad de actualizar las políticas activas de empleo para enfocar la reconversión profesional de los desempleados de larga duración y de los egresados del sistema educativo, con miras a un futuro donde la demanda de ciertos conocimientos técnicos se tornará todavía más urgente.


Varios centros de estudio, entre ellos BBVA Research y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), han proyectado que el coste de esta brecha laboral supera los 8.000 millones de euros en términos de Producto Interno Bruto, y que la cifra podría llegar a triplicarse en las próximas décadas. Es claro que el desequilibrio también repercute en las condiciones laborales de quienes sí cuentan con las capacidades exigidas, impulsando la competencia y los salarios en determinados ámbitos. El reto está en mantener estas oportunidades de manera sostenible, sin que las empresas terminen frenando su expansión por no hallar a los profesionales que necesitan.

Hay que destacar que las organizaciones internacionales y los economistas independientes han propuesto reforzar la colaboración entre el sector educativo y las compañías. Ajustar los planes de estudio, ofrecer pasantías y promover la orientación laboral son vías que pueden allanar el camino hacia un mercado más dinámico. A la par, se plantean incentivos para que sectores menos atractivos cuenten con programas de formación y salarios competitivos, estrategia que ayudaría a refrescar las plantillas y a mantener la productividad.

SÉPTIMO PÁRRAFO
El resultado de este entorno es evidente: cada vez más vacantes quedan sin cubrir o tardan meses en completarse, desafiando a un modelo productivo que pide a gritos mano de obra capaz de adaptarse a los cambios de la industria y la tecnología. Mientras se siguen evaluando los datos y buscando soluciones de política pública, tanto empresas como empleados se ven en la necesidad de reinventarse para responder a un mercado tan dinámico como impredecible.

“Quien no se prepara, se queda atrás”, advierten con insistencia algunos especialistas en recursos humanos, y no les falta razón. La coordinación entre instituciones y la comunidad empresarial podría ser la clave que, a mediano plazo, le dé un giro a esta situación y evite que la carencia de personal cualificado continúe minando las oportunidades de progreso económico y social.

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