El anuncio de una pausa de 90 días en el aumento de los aranceles estadounidenses ha dejado a más de uno con la boca abierta. Hasta hace poco, la Casa Blanca defendía sin titubeos la imposición de gravámenes “recíprocos” a decenas de países, prometiendo una época dorada para las industrias de Estados Unidos. Sin embargo, entre movimientos bruscos en la bolsa y preocupaciones de inversores, el gobierno de Donald Trump decidió dar un giro que pocos esperaban, sobre todo en lo que respecta a la tensión comercial con China.
Según la BBC, en palabras de Anthony Zurcher, el presidente norteamericano anunció la tregua justo cuando distintos socios comerciales mostraban su inquietud por la escalada de tarifas. Todo esto se produce mientras las negociaciones bilaterales se reconfiguran y los mercados se preguntan si las fricciones con Pekín, que ha sido blanco de un arancel del 125%, podrían derivar en un impacto mayor en la economía global. Organismos como la Organización Mundial de Comercio han pedido cautela para evitar una serie de represalias que agraven la incertidumbre.
Ciertos economistas del Fondo Monetario Internacional han comentado en foros abiertos que la pausa, a pesar de ser sorpresiva, podría aliviar las tensiones internacionales a corto plazo. Además, analistas financieros de Wall Street han destacado que la medida ha ofrecido un respiro a las acciones de grandes compañías estadounidenses ligadas a la exportación. No obstante, el temor a que el conflicto con China escale puede suscitar más sacudidas en el mercado tan pronto concluya este período de gracia.
Algunos comentaristas de la región latinoamericana señalan que el frenazo de Trump se parece a las jugadas de póquer, donde se hace un alto para medir al contrincante. Mientras tanto, en los corrillos empresariales de nuestro país se respira expectativa ante cualquier sacudida en la gran potencia del Norte. Todo indica que las maniobras de la Casa Blanca buscan un margen de maniobra para moldear el sistema comercial mundial a su favor, pero no se descartan maniobras similares en el futuro, especialmente si la economía norteamericana muestra síntomas de fatiga.
Quienes defienden el viraje argumentan que, al final del día, la estrategia gubernamental abre espacio para una renegociación más amplia. Sin embargo, la promesa de revitalizar las manufacturas de Estados Unidos quedó en suspenso, y muchos dudan que un par de meses baste para alcanzar acuerdos concretos con tantas naciones. Mientras tanto, la pregunta que persiste es si volveremos a presenciar un nuevo capítulo de tensión en unos cuantos meses o si esta pausa dará paso a un entendimiento más profundo, sobre todo en el ajedrez comercial con China.