Antoni Gaudí, célebre por romper moldes en la arquitectura moderna, continúa sumando impulsos en su camino hacia la beatificación. El papa autorizó el decreto que le reconoce “virtudes heroicas”, paso fundamental para que el catalán sea declarado “Venerable siervo de Dios”. Esta decisión, firmada mientras Su Santidad se recupera de una afección respiratoria, pone bajo el reflector la dimensión espiritual de un artista que buscó armonizar fe y creatividad a lo largo de su vida.
Según EFE, la Asociación Canónica encargada de promover la causa de Gaudí presentó en 2023 un completo argumentario que dio un empujón clave al proceso. Desde la década de 1990, grupos de fieles y admiradores han recopilado testimonios y documentos que ilustran la devoción religiosa del arquitecto. Lo que en su momento comenzó como un anhelo de reconocer su profundo sentido cristiano ha evolucionado en una empresa formal, supervisada por el Dicasterio de la Causa de los Santos.
Al echar la vista atrás, es fácil notar cómo su obra más simbólica, la Sagrada Familia en Barcelona, condensa la visión de un hombre convencido de que la belleza puede acercar a la trascendencia. De acuerdo con varios historiadores, Gaudí contemplaba la naturaleza como la firma divina más visible, y se inspiraba en ella para concebir columnas, vitrales y bóvedas que recordaran a los bosques o los fractales del entorno natural.
Un rasgo que intriga a expertos en el plano eclesiástico radica en su entrega personal: lo describen como un hombre silencioso, dedicado a la oración y caritativo con quienes lo rodeaban. Investigadores han citado registros de la época que señalan su inclinación a destinar parte de su remuneración a fines benéficos, algo no tan frecuente en los círculos artísticos más acomodados de principios del siglo XX.
La trayectoria hacia la santidad contempla tres etapas: primero, la declaración como “Venerable”, seguida de la beatificación —que requiere un milagro reconocido— y, finalmente, la canonización, en la que se exige un segundo milagro. Voces cercanas al proceso estiman que, si todo avanza con la misma celeridad, pronto podrían surgir noticias más concretas sobre eventos extraordinarios asociados a la intercesión de Gaudí, respaldadas por exámenes médicos y teológicos.
No es la primera vez que un artista se ubica en el camino de la canonización, pero sí resulta significativo ver cómo la Iglesia católica, a través de sus procedimientos formales, señala a la creatividad como un don divino. Cada paso en este itinerario combina los aportes de especialistas, testimonios de fieles y archivos históricos que evidencian el impacto religioso de su legado.
Al margen de la admiración mundial y el revuelo que genera esta causa, el trasfondo radica en la fe que Gaudí transmitió en sus proyectos y en su vida diaria. Sus colaboradores más cercanos, comentan algunos libros biográficos, veían en él a un trabajador incansable, dispuesto a innovar y rezar con la misma pasión. Este testimonio se ha convertido en un referente para creyentes y curiosos, pues de un modo u otro provoca reflexiones sobre la relación entre arte, humildad y vocación trascendente.