Malecón de Pedernales exsenador denuncia invasión a terrenos privados

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El exsenador Dionis Sánchez encendió las alarmas en Pedernales al denunciar que equipos pesados irrumpieron en propiedades tituladas para arrancar, sin aviso, la construcción del nuevo malecón. Alega que la maniobra viola el artículo 51 de la Constitución, que resguarda el derecho a la propiedad privada.

Tal como reseña Arecoa, Sánchez advirtió que el desarrollo turístico no puede “arrollar a la gente” y pidió al presidente Luis Abinader frenar los abusos y garantizar un proceso participativo. El ex legislador lamenta también que los negocios surgidos alrededor del moderno puerto de cruceros hayan quedado en manos de empresarios foráneos, dejando a los pedernalenses fuera del juego.

Su queja no es aislada. Comerciantes locales y residentes han elevado denuncias similares por supuestos desalojos y ocupaciones sin indemnización adecuada; algunos hablan de “despojo” puro y simple. Exponen que, si bien respaldan el impulso turístico, exigen transparencia y respeto a los títulos de propiedad antes de mover siquiera una pala.

Las obras del malecón forman parte del megaproyecto Cabo Rojo, una inversión público-privada que supera los US$2 000 millones y que ya inauguró un puerto capaz de recibir dos cruceros de gran calado a la vez. Según proyecciones oficiales, la terminal pretende canalizar decenas de miles de visitantes al año y catapultar la economía de la región Sur. Sin embargo, la llegada de capital no garantiza por sí sola que los beneficios “goteen” a los bolsillos locales.

El choque entre progreso y propiedad no es nuevo; basta recordar los pleitos en Bávaro y Miches por servidumbres costeras mal definidas. Pero en Pedernales, una de las provincias con mayor índice de pobreza del país, el asunto se vuelve más crítico perder la tierra significa perder la única herencia tangible de muchas familias. Si el Gobierno no ajusta el proceso con mesas de negociación, tasaciones justas y planes de empleo para los lugareños, corre el riesgo de replicar un modelo excluyente que ya ha generado resentimientos en otros polos turísticos.

El reto, pues, no es detener el malecón, sino levantarlo con reglas claras, compensaciones transparentes y participación real de la comunidad. Solo así Pedernales podrá pasar de ser espectadora del “boom” turístico a protagonista de su propio futuro.

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