El primer lunes de mayo volvió a deslumbrar en Nueva York la gran escalinata del Museo Metropolitano de Arte (Met) se llenó de trajes con personalidad, historias y mensaje. Bajo el título “Superfine Tailoring Black Style”, la gala de 2025 giró en torno a la elegancia negra y su carga política, cultural y estética, reivindicando que cada puntada puede ser un acto de resistencia.
Según CDN, la muestra curada por Andrew Bolton con el apoyo de la académica Monica L. Miller traza un viaje desde los dandis de Harlem hasta los sapeurs de Brazzaville, subrayando cómo la comunidad afro ha retorcido el traje occidental para expresar poder y pertenencia. Más de cien conjuntos dialogan con la arquitectura minimalista de Tadao Ando dentro del Costume Institute, generando una atmósfera que Bolton describe como “catedral textil”.
Dandyismo, memoria y un tributo a André Leon Talley
La exposición se inspira en Slaves to Fashion, el libro de Miller que desentraña el dandyismo negro como estrategia de libertad simbólica. El fallecimiento en 2022 del crítico de moda André Leon Talley quien defendió la exuberancia sartorial afrodescendiente motivó la conceptualización del proyecto, reconocen los organizadores.
Un dress code con filo político
El código “Tailored for You” pidió reinterpretar el white tie desde la afrodescendencia: solapas extra anchas, telas con wax prints, zoot suits de proporciones dramáticas y accesorios sentimentales. Coanfitriones como A$AP Rocky, Colman Domingo, Lewis Hamilton y Pharrell Williams dejaron claro que la sastrería masculina puede ser terreno de reivindicación identitaria sin perder sofisticación.
Más que alfombra roja contexto y cifras
Además de recaudar fondos (US $17 millones en la edición pasada), la gala sirve de termómetro sociocultural. Este año destaca por ser la primera centrada en menswear desde 2003 y por sumar a LeBron James como presidente honorario, gesto que refuerza el puente entre moda, deporte y activismo racial.
¿Por qué importa en 2025?
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Legado atlántico: piezas procedentes de Lagos, Kingston o Atlanta demuestran la circulación transoceánica de estilos y símbolos.
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Economía creativa: marcas como Louis Vuitton patrocinadora del evento compiten por capitalizar un imaginario que antes ignoraban.
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Nuevo canon: al centrar la sastrería negra, el Met corrige la omisión histórica de creadores afro en museos de moda.
La curaduría no rehúye tensiones: un traje zoot de los 40 dialoga con un conjunto de la casa Pyer Moss que denuncia la violencia policial, recordándonos que la elegancia también puede ser protesta.
Ecos caribeños
Para quienes vemos la moda desde el Caribe, “Superfine” resuena como ejemplo de cómo la diáspora negra ha convertido el traje en escudo y altavoz. No hay que mirar tan lejos: basta recordar el flow impoluto de los salseros dominicanos de los 70 o los sastres de la Zona Colonial que aún cortan lino como si cada hilo cargara memoria.
Con esta edición, la Met Gala confirma que el futuro del lujo pasa por reconocer voces históricamente marginadas y por ensanchar el concepto mismo de elegancia. Porque, al final, un buen traje nunca es solo tela es relato, poder y, sobre todo, identidad.
