Naufragio migrante en San Diego deja 3 muertos y 9 desaparecidos

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Un amanecer que debía ser tranquilo en la Costa de Del Mar, al norte de San Diego, se convirtió en tragedia: una panga repleta de personas volcó a pocos metros de la orilla y, hasta el cierre de esta nota, el saldo es de tres fallecidos, cuatro heridos y nueve desaparecidos.

Según la agencia EFE, el siniestro ocurrió alrededor de las 6:30 a. m. del lunes 5 de mayo, cuando la embarcación usada con frecuencia por traficantes para sortear la vigilancia terrestre quedó a la deriva en el fuerte oleaje de Torrey Pines State Beach. Las autoridades apenas tuvieron tiempo de sacar a cuatro sobrevivientes antes de que la corriente arrastrara al resto.

La Guardia Costera desplegó helicópteros, lanchas rápidas y drones térmicos para rastrear las aguas y el litoral hasta Encinitas, mientras agentes de la Patrulla Fronteriza peinaban las calles por si alguno logró llegar a tierra por su cuenta. La escena recordaba, casi cuadro por cuadro, el naufragio de marzo de 2023 en Black’s Beach, donde murieron ocho personas en otra panga sobrecargada.

Aunque el tráfico terrestre ha caído tras los cambios en la política migratoria, el mar sigue siendo una puerta peligrosa. Tan solo en lo que va del año fiscal 2025, la Guardia Costera ha interceptado 260 embarcaciones de contrabando en la costa pacífica, cifra que apunta a igualar las 561 del año anterior.

Este aumento de patrullaje no siempre se traduce en rescates exitosos: la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) registró casi 5 000 operaciones de salvamento en el año fiscal 2024, la mayoría ligadas a migrantes desesperados que arriesgan la vida en rutas cada vez más creativas y mortales.

Para los expertos, el patrón se repite: botes viejos, motores defectuosos y chalecos salvavidas insuficientes o simples garrafones rellenos de aire. “Do not take to the sea”, advierte la Guardia Costera en cada rueda de prensa, pero la promesa de entrar a EE. UU. sin pasar por los muros sigue seduciendo a quienes huyen de la violencia o del hambre.

Desde República Dominicana, esta noticia suena lejana y a la vez familiar; bastantes quisqueyanos han perdido la vida en yolas hacia Puerto Rico. Cambia el GPS, pero el drama es el mismo: mares bravos, redes criminales que cobran miles de dólares por un viaje “garantizado” y familias que se quedan esperando una llamada que tal vez nunca llegue.

El dato clave: mientras no existan vías legales y rápidas para solicitar asilo o visados laborales, el negocio de los coyotes marítimos o terrestres mantendrá el viento a favor. Por eso, los analistas insisten en que cualquier reforma migratoria seria debe incluir más que patrullas y radares; necesita alternativas seguras que quiten presión a quienes, literalmente, están dispuestos a jugarse la vida en alta mar.

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