Santo Domingo. Entre el 27 y el 31 de mayo, una delegación de alto calibre procedente de Bélgica aterriza en la capital para participar en la feria Agroalimentaria 2025 y explorar de primera mano el potencial del campo dominicano. El grupo agrupa compañías de logística, importadores de productos frescos y procesados, chocolateras, desarrolladores inmobiliarios y firmas tecnológicas, todas con un objetivo común estrechar negocios que aceleren el intercambio agroindustrial entre ambos países.
La visita llega en un momento prometedor. Solo en 2024, las exportaciones dominicanas hacia Bélgica superaron los US$120 millones, con rubros como cacao, banano y ron a la cabeza. Ese flujo comercial se celebra ahora en la vitrina de Agroalimentaria 2025, la principal plataforma regional para alimentos y bebidas, que este año reúne a más de 250 exportadores locales del 28 al 31 de mayo .
Dentro de la comitiva destaca Laurent Nys, director general del Marché Matinal de Bruxelles (MABRU), el mayor mercado mayorista de alimentos frescos de Bélgica, con más de 40 000 m² de área de ventas y 114 empresas que abastecen a toda Europa. Su presencia abre la puerta a acuerdos logísticos que podrían simplificar la cadena de frío y recortar tiempos de entrega para frutas tropicales dominicanas en plazas como Bruselas, Amberes o Róterdam.
La agenda incluye rondas de negocios con asociaciones de productores, recorridos por fincas modelo y diálogos con ProDominicana para afinar incentivos de inversión. El Ministerio de Agricultura, por su parte, presentará su estrategia de trazabilidad digital clave para cumplir las exigencias de inocuidad de la Unión Europea mientras que los belgas exhibirán soluciones de empaques reciclables y sensores IoT para reducir pérdidas poscosecha.
Detrás de la misión hay números que respaldan el entusiasmo. Las exportaciones agrícolas dominicanas crecieron 36,9 % interanual hasta septiembre de 2024, impulsadas por la demanda de productos de valor agregado como mermeladas gourmet de mango y cafés de origen único. Bélgica, con su tradicional predilección por el cacao premium, se perfila como trampolín hacia consumidores que buscan sabores exóticos, sostenibles y con historia.
Para las cooperativas de cacao de San Francisco de Macorís y los bananeros de Valverde, el espaldarazo belga significa algo más que nuevas ventas puede impulsar certificaciones orgánicas, acceso a financiamiento verde y transferencia de tecnología en riego eficiente. Y del lado europeo, las firmas de logística ven en Santo Domingo un hub natural para redistribuir mercancías al Caribe y Centroamérica.
En palabras llanas, si estas reuniones aterrizan en contratos firmes, el productor dominicano ganaría un aliado en el corazón de la UE, mientras que el consumidor belga descubriría un catálogo de sabores que van “desde el dulce de leche con café hasta un ron envejecido bajo el sol de Puerto Plata”. Bajo la batuta de la embajadora Joan M. Cedano, esta misión comercial podría marcar un antes y un después: convertir la buena voluntad diplomática en contenedores llenos y beneficios mutuos.
La pelota ahora está en la cancha de las empresas locales alinear estándares, cumplir cronogramas y demostrar que la agroindustria dominicana está lista para jugar en las Grandes Ligas del mercado europeo.