Mulino exige respeto a EE.UU. y rechaza rivalidad China en Panamá

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En un tono firme y, a la vez, sosegado, el presidente panameño José Raúl Mulino dejó claro este jueves que Panamá “no será patio de batalla para nadie”. Durante su conferencia semanal en el Palacio de las Garzas, el mandatario reclamó respeto a Washington y pidió que no se intente arrastrar al istmo a la pugna geopolítica entre Estados Unidos y China.

Según EFE, Mulino reaccionó al comunicado de la Embajada estadounidense que anunció la sustitución de trece equipos de telecomunicaciones Huawei por “tecnología segura” fabricada en EE.UU., dentro de la campaña de Washington para frenar la supuesta influencia maligna de Pekín en la región.

El aviso diplomático encendió las alarmas en Ciudad de Panamá. No es la primera vez que la Casa Blanca aplica su política de “rip and replace” el proyecto, valorado en 8 millones de dólares, replica iniciativas ya vistas en otros países latinoamericanos, impulsadas por el Capitolio y el Pentágono para relegar a Huawei y ZTE del mapa de la seguridad regional.

Mulino, abogado de formación y curtido en las lides de seguridad pública, insistió en la autonomía panameña “Tenemos gobierno y territorio propios; no nos prenderán en fuegos ajenos”. Su mensaje no solo responde a la tecnología 5G. Desde abril, altos funcionarios del Departamento de Defensa han deslizado la idea de “recuperar” el Canal para evitar –dicen– un eventual control chino de la vía interoceánica, que hoy mueve más del 40 % del comercio marítimo estadounidense.

La estrategia coincide con la escalada tecnológica de Huawei, que pese a sanciones y bloqueos mantiene su pulso en inteligencia artificial y chips avanzados. La compañía china afirma que sus procesadores van solo “una generación” detrás de sus rivales de Silicon Valley y que ha encontrado vías para sortear los vetos.

Equilibrio delicado

Panamá navega entre gigantes Estados Unidos sigue siendo su primer usuario del Canal y su principal inter­locutor en seguridad; China, por su parte, es el segundo cliente de la ruta y financia infra­estructura tan crítica como el puerto de Colón o la Ciudad del Saber. Para el economista Rafael Guardia, este “juego de ajedrez” exige finura diplomática “Si el país se alinea demasiado con uno, el otro te cobra la factura”.

Mulino lo sabe. Por eso recalca que los acuerdos bilaterales en materia de narcotráfico o migración con EE.UU. “no implican cesión de soberanía”. Al mismo tiempo, sostiene la decisión de suspender las negociaciones para adherirse a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, sin romper puentes comerciales con Pekín.

Lo que está en juego

Un paso en falso podría afectar la calificación de riesgo de Panamá, cuyas finanzas dependen del tránsito canalero y de la confianza en su centro bancario. A ello se suma la sequía prolongada en el Lago Gatún, que ya obligó a recortar el número de tránsitos diarios y a subir peajes, reduciendo ingresos proyectados para 2025.

En Washington, la administración Trump ve el istmo como pieza clave de su red de contención a China; en Pekín, las empresas estatales lo miran como pilar logístico de la “Ruta Marítima de la Seda”. En medio, el Gobierno de Mulino lidia con una opinión pública que rechaza cualquier sombra de neocolonialismo, venga de donde venga.

Por ahora, el reemplazo de antenas Huawei-EE.UU. sigue adelante y el Ministerio de Seguridad panameño insiste en que se trata sólo de “compatibilidad tecnológica”. Pero la disputa no es menor: lo que parecía un proyecto técnico se ha convertido en termómetro de la rivalidad global.

Mulino apuesta a la diplomacia criolla diálogo con todos, alineación automática con ninguno. El reto será sostener esa postura mientras los gigantes se empujan. Porque, como recordó el presidente citando a los viejos canalotes, “el agua del Canal es panameña, y la llave también”.

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