Ni la madrugada frenó el desfile incesante de peregrinos que, rosario en mano, avanza entre los pilares barrocos de la basílica de San Pedro para despedir al papa Francisco. Desde que se abrió la capilla ardiente el miércoles a las 11:00 a. m., el Vaticano contabiliza 61 000 visitantes, de los cuales 13 000 entraron cuando la iglesia permaneció abierta de manera excepcional hasta las 5:30 a. m. de hoy.
Según la agencia EFE, la oficina de prensa de la Santa Sede decidió prolongar nuevamente el horario y reabrir a las 7:00 a. m., consciente de que las filas serpentean ya más allá de la columnata de Bernini y ocupan avenidas adyacentes, bajo la mirada de la Protección Civil y de la Gendarmería vaticana.
La escena revive imágenes de otros adioses papales, aunque con matices propios. Cuando Benedicto XVI fue expuesto en 2023, unas 24 000 personas pasaron el primer día por la nave central; hoy, el flujo casi triplica esa cifra. Más atrás quedan los récords de Juan Pablo II, cuyo funeral de 2005 convocó a cuatro millones de fieles en Roma.
Las autoridades romanas han desplegado 500 voluntarios adicionales para repartir agua y asistir a ancianos, mientras que los comercios de Borgo Pío amplían turnos ante un repunte de peregrinos similar al de una Semana Santa adelantada. El portavoz de la Protección Civil explicó que los controles de acceso se prolongan 90 minutos en las horas punta, pese a los diez arcos detectores instalados a la entrada de la plaza.
Además de la marea humana, destaca la sobriedad del montaje litúrgico. Francisco descansa en un sencillo ataúd de madera, dispuesto casi a ras del pavimento, sin catafalco, exactamente como pidió en vida. Esa preferencia por la modestia marcará también la etapa final: tras la misa exequial del sábado 26, su cuerpo será trasladado a la basílica de Santa María la Mayor, rompiendo la tradición de sepultar a los pontífices en las Grutas Vaticanas.
El protocolo prevé que a las 7:00 p. m. de este viernes se selle el féretro y se coloquen dentro las monedas acuñadas durante el pontificado, los palios y el acta rogatoria. Después comenzará la novemdiales, los nueve días de duelo que culminarán con el inicio del cónclave. Voces vaticanistas apuntan a los cardenales Luis Antonio Tagle y Pietro Parolin como papables, aunque la decisión, recuerdan, suele sorprender incluso a los más veteranos.
Si en 2005 el funeral de Juan Pablo II reunió a 70 jefes de Estado, para la liturgia de este sábado ya confirmaron su presencia mandatarios como Joe Biden, Volodímir Zelenski y Luiz Inácio Lula da Silva, entre otros. El Ministerio de Exteriores italiano ha activado un corredor diplomático especial en Fiumicino, mientras Trenitalia refuerza las frecuencias desde Milán y Nápoles.
Más allá de los números, el ambiente que se respira es de gratitud serena. “Él nos recordó que la Iglesia puede ser sencilla, sin perder su fuerza”, comentaba esta mañana la hermana Dolores, dominica española, tras esperar dos horas para acercarse al altar de la Confesión. Su testimonio resume la estampa de estas horas: largas colas, sí, pero también cantos suaves, mate compartido entre peregrinos argentinos y una plaza convertida en un mosaico de banderas que ondean al compás de un “¡Gracias, Francisco!”.