Santo Domingo. Las autoridades sanitarias de Estados Unidos confirmaron oficialmente la equivalencia del sistema dominicano de inspección cárnica, abriendo la puerta a la exportación de carne bovina cruda desde la República Dominicana hacia el mercado norteamericano.
La Dirección General de Alimentos, Medicamentos y Productos Sanitarios (DIGEMAPS) recibió la notificación del Servicio de Inspección y Seguridad Alimentaria (FSIS) luego de que sus auditores visitaran varias plantas locales en octubre de 2024 y constataran el cumplimiento de los estándares de inocuidad exigidos por el Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA).
Entre los hallazgos, el FSIS avaló los protocolos de supervisión gubernamental, saneamiento, trazabilidad y control de residuos químicos aplicados por DIGEMAPS, aunque recomendó pequeños ajustes en la documentación HACCP, los cuales la entidad dominicana ya se comprometió a subsanar. El dictamen se suma al aviso 46-22 emitido en 2022, que había anticipado la elegibilidad del país para despachar res fresca e intacta a partir del 29 de abril de ese año.
El hito pone fin a más de 20 años de veto y reactiva un negocio que el sector ganadero dominicano mira con optimismo. Solo en 2024, las ventas externas de carne vacuna rondaron los US$15 millones, aun sin contar con el codiciado mercado estadounidense, y el clúster ganadero local genera más de 300 000 empleos directos, de acuerdo con la Asociación Dominicana de Productores de Leche y cifras del Ministerio de Agricultura.
Leandro Villanueva, director de DIGEMAPS, explicó que la prioridad inmediata será consolidar embarques de carne magra, pero el objetivo a mediano plazo incluye cortes premium y productos de mayor valor agregado hamburguesas, salchichas y otros procesados cuyo margen comercial triplica al de la res sin procesar. “Con la puerta de EE. UU. abierta, podemos negociar mejores precios y mostrar que nuestras plantas operan bajo un control tan riguroso como el norteamericano”, apuntó.
Analistas del comercio agrícola señalan que ingresar a la mayor economía del mundo es, además, un sello de confianza para atraer compradores de Centroamérica y el Caribe, donde ya existen tratados preferenciales. En la práctica, la certificación EE. UU. funciona como “pasaporte sanitario” que facilita homologaciones en terceros mercados y eleva la competitividad del sector cárnico criollo.
La reactivación también llega en un momento de creciente demanda mundial por proteínas animales. El propio USDA proyecta que, para 2026, las importaciones estadounidenses de carne de res crecerán un 6 %. Si la industria dominicana capta apenas el 0,5 % de ese volumen, el flujo de divisas podría duplicar los ingresos actuales y dinamizar la cadena rural, desde productores de pasto hasta frigoríficos.
Queda, sin embargo, la tarea de mantener la equivalencia. El FSIS realizará auditorías periódicas; cualquier desviación podría traducirse en suspensiones temporales. En palabras de Villanueva, “lograr la certificación es el inicio, no el final; toca defenderla a golpe de buenas prácticas y transparencia”.
Con este aval, la carne dominicana vuelve al ruedo internacional y se posiciona para competir en un mercado donde la calidad y la inocuidad no son ventajas, sino requisitos básicos. El reto ahora es aprovechar la oportunidad sin aflojar el paso EE. UU. paga bien, pero también exige excelencia permanente.