Ciudad del Vaticano. A las 6:07 p. m. de Roma, la chimenea de la Capilla Sixtina soltó la tan ansiada fumata blanca y, con ella, el anuncio de que la Iglesia católica tiene nuevo pontífice. El nombre del elegido se conocerá en minutos, cuando el protodiácono Dominique Mamberti proclame el clásico “Habemus Papam” y el pontífice aparezca en el balcón central de la basílica de San Pedro para impartir su primera bendición Urbi et Orbi.
Según la agencia EFE, tras apenas dos jornadas de cónclave los 133 cardenales lograron el consenso necesario, algo que no se veía tan rápido desde principios del siglo XX. La elección habría llegado en el cuarto escrutinio de hoy, una votación más veloz que la que llevó a Francisco al solio en 2013 (quinta ronda) y que la de Benedicto XVI en 2005 (cuarta).
La regla de los dos tercios vigente desde 1179 y reforzada por la constitución Universi Dominici Gregis exige al menos 89 votos para coronar a un candidato; el nuevo papa alcanzó esa cifra esta tarde, confirman fuentes vaticanas.
Aunque la rapidez sorprende, no bate récords en 1939, Pío XII fue elegido en solo tres rondas, y en 1922 Pío XI necesitó catorce, la más larga del último siglo. De aquellas maratónicas deliberaciones a este cónclave exprés hay un contraste marcado hoy los cardenales llegan con meses de consultas informales y un termómetro claro de las prioridades globales de la Iglesia.
La Plaza de San Pedro vive un hervidero de emoción. Cientos de teléfonos móviles retransmiten la escena en directo a todo el planeta, mientras los drones oficiales del Vaticano proveen planos aéreos que, solo desde 2013, forman parte del relato visual de estos eventos. La oficina de prensa confirma que más de 60 000 fieles y turistas se apiñan en el recinto, pese al fresco vespertino.
De puertas adentro, el protocolo continúa el papa electo ha pasado por la llamada “Sala de las Lágrimas”, donde viste la sotana blanca y reza brevemente antes de salir al balcón. Apenas aparezca, empezarán las quinielas sobre su nombre pontificio y las primeras pistas de su programa reforma curial pendiente, impulso al Sínodo y los tradicionales desafíos de paz, migración y pobreza, a los que ahora se suman la inteligencia artificial y la crisis climática.
Más allá del simbolismo, la premura del resultado muestra que una mayoría amplia deseaba pasar página sin prolongar el suspense. “Cuando hay claridad sobre el perfil buscado, la votación se decanta rápido”, recuerda un veterano de Curia consultado por este diario.
En las próximas horas se sabrá cuándo tomará posesión de la cátedra en San Juan de Letrán y qué agenda inmediata asumirá. Por ahora, el mundo contiene el aliento en cuestión de minutos, un nuevo pastor saldrá al balcón de Bernini para saludar a una Iglesia de 1 300 millones de fieles. Es el instante en que la historia se reescribe al compás del humo blanco.