Nueva York En pleno recrudecimiento de las redadas y deportaciones ordenadas por la Casa Blanca, la Alcaldía de Nueva York volvió a plantarse este viernes para recordar que ningún habitante debe temerle al hospital ni a la clínica. La ciudad conserva su política de “santuario” y garantiza atención médica sin preguntar papeles, reiteró un panel de autoridades de salud y asuntos migratorios.
Según la agencia EFE, el comisionado de la Oficina de Asuntos de Inmigración, Manuel Castro, la comisionada interina de Salud, Michelle Morse, y el director ejecutivo de NYC Care, Jonathan Jiménez, encabezaron el foro donde recalcaron que “cuidar a todos, sin excepción, es parte del ADN de la Gran Manzana”.
La reafirmación llega en un momento incómodo: el presidente Donald Trump retomó la línea dura en materia migratoria y ya ha desplegado operativos que incluyen la cooperación de autoridades locales; el alcalde Eric Adams ha sido criticado por abrir la puerta a ICE en la cárcel municipal, lo que aviva el miedo entre indocumentados. Analistas ven esa concesión como una de las mayores victorias simbólicas del actual gobierno federal sobre las llamadas ciudades santuario.
Salud pública primero, estatus después
Morse describió un panorama donde la salud de los inmigrantes influye directamente en la del resto de la ciudad. Un informe de su departamento, publicado esta misma semana, indica que la esperanza de vida de los inmigrantes supera los 83 años, varios puntos por encima de la media de los nacidos en EE.UU. Ese dato, aseguró, obliga a “defender e invertir en la dignidad” de quienes muchas veces sostienen la economía informal y los servicios esenciales.
Jiménez, a su vez, subrayó que NYC Care el programa que ofrece cobertura a personas sin seguro, incluidas las indocumentadas superó los 125 000 miembros y atiende a unas 10 000 personas cada mes en las 11 redes de hospitales públicos y más de 70 clínicas comunitarias. “En los consultorios no se pregunta por la ‘green card’; se pregunta dónde le duele”, dijo el médico de origen colombiano, quien recordó que sus propios padres llegaron sin documentos y “con miedo de acercarse a la ventanilla”.
Choque de agendas Trump, Adams e ICE
Mientras el foro se desarrollaba, la administración Trump continuaba su ofensiva para obligar a estados y ciudades a colaborar con deportaciones masivas. Desde enero, más de 1 300 estudiantes y residentes legales han visto sus visas revocadas o han sido puestos en procesos de expulsión, según organizaciones de derechos humanos. En Nueva York, funcionarios de base recibieron en febrero una guía que limita el ingreso de agentes de ICE a edificios públicos salvo que exhiban una orden judicial firme, medida que busca frenar el acceso indiscriminado a datos y personas vulnerables.
Pese a esos pasos, la decisión del alcalde Adams de reactivar la presencia de ICE en Rikers Island tras una reunión con el zar fronterizo Tom Homan ha generado tensiones internas. Líderes comunitarios temen un efecto dominó: si la policía entrega a detenidos por faltas menores, muchos evitarán acudir al médico o denunciar delitos por miedo a quedar expuestos. Castro reconoció que “la incertidumbre es real”, pero insistió en que las protecciones de privacidad siguen vigentes en el sistema de salud.
Panorama dominicano y lecciones caribeñas
La situación resuena especialmente entre los casi 800 000 dominicanos que viven en la ciudad y sus alrededores. Consultado por este diario, el cónsul dominicano en Manhattan, Eligio Jáquez, lamentó las detenciones “selectivas” en operativos recientes en Queens y el Alto Manhattan, pero celebró el compromiso municipal con la salud: “Si el miedo te aleja del médico, una gripe se convierte en neumonía; la comunidad entera paga ese costo”. De acuerdo con cifras consulares, alrededor del 15 % de los quisqueyanos en el área carece de seguro y se beneficia de NYC Care o clínicas parroquiales.
Más allá de los titulares
Académicos de la Universidad de Columbia señalan que Nueva York gasta unos 1 600 millones de dólares al año en atención a personas sin seguro cifra que podría dispararse si los inmigrantes dejan de vacunarse o gestionar enfermedades crónicas. Aun así, economistas del Fiscal Monitor estiman que cada dólar invertido en programas como NYC Care genera dos dólares en ahorros a largo plazo al evitar emergencias. Dicho balance refuerza el argumento de que la medicina preventiva es, al final, un negocio rentable para las arcas públicas.
El reto de la confianza
La barrera más difícil, coinciden los funcionarios, no es pagar la cuenta sino reconstruir la confianza. Por eso, NYC Care trabaja con 22 ONG entre ellas Make the Road NY y Sauti Yetu para llevar promotores de salud a iglesias, bodegas y paradas de guagua. La guía interna distribuida al personal de hospitales detalla cómo responder si ICE se presenta en la sala de emergencia: exigir orden judicial, notificar a la dirección y preservar la confidencialidad del paciente.
Morse lo resume con pragmatismo movido por la experiencia dominicana: “Si tumbas la puerta de un consultorio para buscar papeles, mañana nadie vendrá a chequear su presión. Terminas creando la tormenta perfecta y en una ciudad de nueve millones eso se traduce en crisis sanitaria”.
Mirando hacia adelante
En los próximos meses se verá hasta dónde llega el pulso entre Washington y las ciudades santuario. De momento, Nueva York apuesta a que la salud pública es terreno sagrado. En palabras de Jiménez: “Aquí, la receta no discrimina. Si respiras bajo este cielo sea legal o no mereces un estetoscopio y un trato digno”.
Con esas palabras el panel clausuró el foro, recordando a todo neoyorquino indocumentado que el consultorio sigue abierto y que, al menos en la sala de espera, la frontera se difumina.